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mayo 22, 2008

Celeste y plomizo, pólvora y retorno

Lectura segunda: Celeste

"El color azul es una de las seis sensaciones cromáticas básicas de la visión humana normal."

Vivo en un país tropical -bueno eso parece ser-, donde más de la mitad del año llueve. Al principio recibes la lluvia como elixir de salvamento, casi como el cargamento de las raciones básicas de la guerra. Luego conforme pasan los días parece que la cosa cambia entre inundaciones, cielos algodonados de gris y resfríos a la orden del día.

La caída de las primeras lluvias es anunciada por la canción continua de un ave mediana a la cual se le unen otras, -sea por las tardes, sea por las mañanas-; con las primeras aguas se lavan las calles, se arremolinan las basuras, se taponean las alcantarillas, -que son tan pocas- y proliferan los vendedores ambulantes de paraguas y sombrillas.

Las aceras poco amigables, solo se quedan impávidas y se dejan bañar. Los perros de la calle buscan refugio en los techos de cualquier lugar y sus dueños callejeros no dejan de hacerle segunda, tratando de protegerse entre cartones –poca solución-, plásticos, y cuanto apoyo alternativo exista.

Las estrechas carreteras, de concreto “bacheado” –reparado, vuelto a reparar y por consiguiente con huecos cubiertos cual óleo con polvo de madera y trozos de piedra- se convierten en territorio de peligro por la combinación de la grasa, el neumático raído, el asfixiante tránsito y la oceánica cantidad de agua.

Finalmente, nosotros los pedestres no tenemos más remedio que recurrir a los vendedores de protección móvil-llámese paraguas-, que en los días de real tormenta tica, no sirven más que para un carajo; es decir estorbar y evitar que la lluvia te saque los ojos, por que del cuello hacia el resto del cuerpo el agua te llegará hasta el tuétano, con lo cual queda celeste la esperanza, azul de cielo escurrido por tormentas, el que no se te moje hasta el alma.

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