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mayo 03, 2008

Sentirse aludido

De vez en cuando es bueno sentirse aludido, creerse llamado por eso conocido como suerte. Saber que el deseo culmina, que las manos se llenan y que se hincha la vida, escuchar al gozo bailar a la entrada de la puerta.

De vez en cuando es bueno sentirse con suerte, pensar que sale el sol no solo por los demás sino en ese día por uno, ver como la boca deja hojas verdes, los ojos se vuelven dorados, los sapos saludan desde las estrechas cuevas y los pulmones son recién llegados de paquete.

De vez en cuando es bueno sentirse con suerte, pensar que el semáforo se ha puesto verde para uno, o que esa sonrisa extraña sí iba en nuestra dirección, que la moneda de la calle que quizá no necesitas es un augurio del respiro de la tarde, del dulce en la boca o de la cosquilla en el alma.

Pero sucede que de vez en cuando sentirse con suerte no es suficiente, por que se quema el pan en el horno, se endurecen los ojos, se respira caliente, la vida te va flaca, esperas sin escuchar el sonido de los pasos, no baila la vida, no crecen las hojas y el viento arrasa cuando el agua inunda. Arrebatas la moneda, escatimas la sonrisa, pasa el día y la noche sin que llegue la calma y la cosquilla que sientes lo que levanta es una mueca de tristeza.

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