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noviembre 28, 2008

El viernes de mi noche

En medio de la pradera urbana, tapizada de adoquines, huecos, alcantarillas un tanto descubiertas y alguna que otra venta ambulante, estoy. Aquí donde me dejaste, donde decidí quedarme por unos minutos, con la impresión de haberme perdido y esperando a que alguien me encuentre.

No hay desánimo, ni ganas de abdicación, solo estoy cansada y por mucho. Con las venas algo rotas ya que por los fríos de la noche, el laboratorista no encontraba camino y decidió picarme como una fresa o como un recuerdo de un cristo.

Ha llovido mucho estos días, demasiado puedo decir, lo que ha inundado casas, escuelas, pueblos, plantaciones, gente y vida, deslizamientos, pérdidas, fríos y piedras han competido en las noticias de primera plana.

Ya es viernes, hora de ir a cualquier cosa. Desconectar por horas, por minutos, e inclusive las manecillas del reloj. Estoy lista para que comience el sol. Quiero una semana algo diferente, podría ser una de esas con cafés, tertulia, horas para deshojar y cosillas así.

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