buscador y encontrador

junio 14, 2009

http://elcircoilustrado.blogspot.com/

Hoy podría haber sido un domingo cualquiera, ese es el título de una película sobre fútbol -deporte que pareciera el más popular del mundo, aunque esta trata sobre fútbol americano-. Había quedado con Pilar en irle a visitar al Centro Nacional de Cultura, pues ella estaría tomando fotografías en la Muestra Nacional de Artes Circenses.

Lo intenté, ayer sábado; intenté un poco de deporte, dediqué la tarde a purgar el cansancio de mi semana y sin éxito he de decir, olvidé almorzar con un amigo, me dormí sentada por 5 minutos en un lugar público, caminé en esa lluvia suave, plomiza pero tibia, compré flores, me mojé mucho y no pude llegar. Hoy domingo otra vez traté, tomé el sol un rato, compré los periódicos, almorcé con dos amigas, caminamos por las peatonales (solo hay dos, al menos que frecuente) de arriba hacia abajo y llegaron las 5:30 de la tarde. Ya había acabado el evento.

Lo que restaba: irme de regreso a casa, en todo caso tengo que finalizar mi examen de derecho económico de la Unión Europea -con un nombre así, no es de extrañar que lo vaya a reprobar-. En fin, regresaba, me despedí de las chicas y me enrumbé por la 4ta a la vuelta del teatro nacional en dirección hacia el sur, choqué con vida, de esa bonita que hace que la gente camine por la calle aunque no haya mucho, porque esta crisis pega y duro, las personas tienen menos con qué enfrentar lo cotidiano y es poco lo que se puede hacer...

Allí en tres cuadras recorridas en dirección a la parada del autobús que abordo, encontré dos cafetines abiertos, un chico tocando un violín, una esquina con un pasadizo extenso -si se puede llamar así- de 8 puestos de ventas de chucherías, un lugar de helados y un basurero aún por recoger. Quizá sea cierto, que la ciudad, cuyo slogan es algo así como "ciudad posible", esté intentado eso, ser posible entre los mundos de día y de noche entre 5 y 7 cuadras a la redonda.

Las noches se llenan de personas de todas las edades que se pinchan, fuman o inhalan cuanta cosa hay, escondidos entre esquinas -según los datos del 2008, más de 2000 personas viven en la calle de la capital-. La prostitución no tiene edad, ni aspecto, ni anuncios de riqueza. Las puertas de los automóviles se cierran y si los semáforos no están en verde intrépidamente son saltados. Nos asustamos de "ellos", quizá lo saben y ellos de vos.

Cada vez más hay ventas ambulantes, pedigüeños abordando los autobuses, clandestinos infantiles vendedores de droga, personas muy mayores con vasos de limosna en las esquinas. Gente con miedo.

No hablo de que no sea un asunto generalizado del "mundo mundial", lo comento como habitante cualquiera que ha visto cambiar sus espacios comunes, la gente que los habita, la forma en que son vividos, las tiendas, los edificios, los colores... Quizá por eso es motivo de "fiesta", razón para detenerse y gozarlo, que en este espacio surrealista siempre se pueda encontrar eso, vida.

No hay comentarios: