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febrero 02, 2010

El guardián en el centeno

A mi amigo Sergio le gusta leer tanto como le gustan las mujeres o la buena plática con los amigos. La lectura del papel le gusta un poco más que los libros en digital que él mismo recomienda y que dudo visite. A mi amigo lo atrapa el "beis" tanto como ese "desdoblarse" que tiene cuando de vez en cuando sale a correr por el campo abierto de su casa, o la vista que remonta desde cierto punto de la mina. 

Si tuviera que decir que he encontrado una persona que me explique sin morir en el intento, de un tirón, en un correo, en una charla a ciencia cierta como funciona este juego, es ese sujeto. El mismo que revolvió mi biblioteca una vez con Bukowsky (poco entendía yo de este en aquellos tiempos de nada de esto) y otros escritores estadounidenses, me heredó cierta "inclinación" por cierta literatura "gringa" de esa que no se vende necesariamente en los estantes "de más vendidos." 

Como una metáfora proveniente de ese deporte, de esa sociedad joven, desbocada y sin límite para muchos, de encanto y colorido, de malicencia y oportunidad a veces mal vista, nace un hombre y una novela "Catcher in the Rye" y un escritor a quien Mario Benedetti retrató una vez de manera certera: no cierra los ojos, ni se droga ni se escapa. Es un atrincherado, pero no un evadido; en última instancia, es alguien que no renuncia a descubrir un sentido en la vida; alguien que, así sea pasivamente, aún resiste 

Hace 5 días, el 28 de enero del 2010 Jerome D Salinger  muere a la cortaedad de 91 años, tres matrimonios y no sé cuantas hijas. Para quien no ha leído el libro, un botón de muestra cortesía de www.epdlp.com por cierto, el digital lo pueden encontrar en: http://www.librosgratisweb.com/pdf/salinger-jerome-david/el-guardian-entre-el-centeno.pdf 

" Era un taxi viejísimo que olía como si alguien hubiera acabado de vomitar dentro. Siempre me toca uno de ésos cuando voy a algún lado de noche. Pero más deprimente todavía era que las calles estuvieran tan tristes y solitarias a pesar de ser sábado. Apenas se veía a nadie. De vez en cuando cruzaban un hombre y una mujer abrazados por la cintura, o una pandilla de tipos riéndose como hienas de algo que apuesto la cabeza a que no tenía la menor gracia. Nueva York es terrible cuando alguien se ríe de noche. La carcajada se oye a millas y millas de distancia, y hace que uno se sienta aún más triste y deprimido."

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