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agosto 17, 2010

La enfermedad de mi risa


El doctor, el amigo, el colega, el exmarido y la suegra, entre otros me dicen que ría. Sin embargo yo río, no agua, pero sí río, no a bocanada abierta sino de manera discreta, con cercanía y complicidad como los riachuelillos que se forman al inicio de la peña. 

Tengo que decir que aunque tengo ganas de agua grande, de pulmón abierto resulta que no puedo. Esto es producto de algo más profundo que no sé si lo puedo explicar y tiene que ver con mi limitación física. Imagínense ustedes como ser río suelto, arrasador e intenso si me hacen falta tres muelas, un diente, dos amígdalas y no se cuantas cosas más que dejé perdidas en el transcurso de mi crecimiento. 

Pueden ahora comprender cuando me vean en la calle la razón de mi cara, o acaso les parece que ¿podré reír completo? o si voy al dentista reiría remendado. Entienden entonces el motivo por el que no río. Je,je...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial post and this mail helped me alot in my college assignement. Thanks you as your information.

Marcelo dijo...

Igual, por las dudas te digo..."arriba ese ánimo" (ver comentario a tu post siguiente)

Iraide dijo...

Jaja... me has hecho reir. Un beso