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marzo 10, 2011

De la memoria y de los bits


El filósofo alemán Arthur Schopenhauer dijo que cada uno tiene el máximo de memoria para lo que le interesa y el mínimo para lo que no le interesa.  Misma cosa comentaba Eduard Punset sobre las investigaciones últimas de comunicación, en la que se apunta que se ha aprendido a olvidar los recuerdos insulsos frente a los que han representado algo en la vida. Sin embargo lo efímero y lo perdurable se han relativizado más en este mundo de la comunicación, donde parece que todo se ha convertido en efímero, con diferencia de minutos, semanas y cuando mucho meses.

La maravilla humana se comunica, sí sabemos más que nunca lo hace por Internet; partimos del principio que enviar un mensaje, una cadena, colocar un post, escribir un artículo en aquella materia en la que nos sentimos más diestros, duchos o posibles hace que nos vinculemos. Que lo digamos todos los seguidores en el libro de las caritas, de las fotografías  o de los blogs.

Desde hace años se escriben artículos, posiciones y por qué no teorías acerca de la evolución de la comunicación, esa planteada bidireccional (emisor receptor, canal, mensaje y viceversa), más no necesariamente cierta o de contacto a pesar de la vinculación, en este caso la realizada por la red. De allí las comunidades de aprendizaje, los estudiosos de la materia y las preocupaciones de decenas de países por las formas de aprender y enseñar en virtualidad pues cada vez más “invertimos” más tiempo ante una pantalla cualquiera que ante el calor de los cuerpos.

Hace dos décadas atrás no hubiésemos pensado que se podía tener “una relación” por la red virtual, de esas en las que se tejen esperanzas, se desdibujan miedos, se cifran futuros o se construye con las personas, bien las de coleguitas o seguidores de espacios. Sin embargo es risible ya que antes de eso muchos vínculos se daban por medio del teléfono y más atrás por cartas o mensajeros. La no presencia quizá ha sido una constante en la comunicación humana que nos cuesta admitir.

Ahora me pregunto ¿cuántos de nosotros no hemos tejido relaciones que llamamos profundas por la red? He de decir que hay vínculos que yo he construido de manera más fuerte por el internet con limitados, pocos o ningún abrazo, los que son esenciales para mí. Así como he tenido alguna vez una relación que se construyó como los naipes en medio del desierto, en el aire, en lo seco, en lo poco fértil, que produjo cosas maravillosas, que me dejó pobre, pues realmente era yo con mi circunstancia y así quedé, en la nada.  

Quizá sea que el uso de la distancia  lo que nos gusta y “nos salva” de los compromisos o de ciertas cosas o sentimientos, nos coloca en un lugar algo menos inseguro a partir de la propia inseguridad, nos permite no darnos por aludidos, contestar cuando se nos pega en gana, cuando creemos que tenemos el tiempo, o cuando nuestra propia ánima decide que debe ser, así sin más. Con una tecla podemos apagar, aplazar, contestar o enviar al bote de la basura, es como tener el poder de ese famoso interruptor rojo de la guerra fría.

A veces pienso que esa red maravillosa por donde viajan los mensages de Julian Assange, de los embajadores de todos los países, los secretos de las armadas, los números de los bancos, los estados de deuda, las ofertas de empleo, las medicinas no inventadas y cuanta basura se nos ocurre a la humanidad colocar, es realmente uno de los pasos de la misma de mostrarse con su todo sin mucho temor y más descaro, saltando así sus “virtudes”, defectos, fracasos, inventos, basuras, vínculos, engaños, sueños, oportunidades, futuros, pasados, realidades, arenas y tiempos sin tiempo. ¿No es la red una caja roja de Pandora con muy pocos bits de memoria?

 ¿Qué opinan?

1 comentario:

ethan dijo...

Las ventajas de la tecla. Las que tú dices, si la relación no te gusta, si no te apetece hablar o si te apetece ser directo lo eres. Sólo hay que teclear.