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septiembre 06, 2009

Memorias de un guerrillero

Tengo más de un par de conocidos que "odian" los domingos, como si fueran esos días que no hay nada que vivir o hacer - al menos yo no puedo decir lo mismo, a mi se me hacen tan cortos, excepto si estoy triste y para eso son los sábados eternos-

En uno de los blogs de hoy se refería a algo así como a los remedios acerca de eso:
Remedio antidomingo.
En esas horas en que el suicidio no parece un disparate
Mejor refugiarse en cualquier medicamento:
Un libro hipnótico
Un gesto anticonvulsivante
Una ansiolítica tarde
sin malos pensamientos
Tal vez algo de vino tinto
y antipánico
Y miorrelajantes caricias
homeopáticas
Nada de muertos en noticias policiales
Ni polos derretidos, o tigres africanos
Urge olvidarse de ayeres y mañanas
Que nos conduzcan a la angustia del fracaso (...)

La menor idea, Marcelo

Gastando yo mis horas como prácticas de domingo, leía lo que por ahí se escribe y choqué con la noticia sobre un libro que publicó Juan Juan Almeida hijo de Juan Almeida Bosque-comandante de la revolución cubana-

Cuba me interesa por múltiples cosas, por lo que ha sido ella, por la gente con la que he tratado y convivido, por lo que viví en la universidad y quizá por el más particular de los personajes conocidos, alguien quien fue jefe mío; es así como todos contribuyeron a que nunca más la dejara pasar de lejos noticias de este país.

Copio algunos fragmentos de noticias y comentarios, no sé si llegaré yo a ver el libro, pero si alguien lo consigue; solicitamos copia de respaldo:

"Se sentó a la mesa con Velasco Alvarado, Brezhnev le regaló una bicicleta, Fidel anunció su nacimiento durante un discurso en la Plaza de la Revolución y el propio Pinochet le hizo una limonada. Con esas peripecias vitales, es difícil terminar siendo una persona común. A quien le ocurría todo eso era a su vez un divertido hedonista, conversador nato, tolerante pertinaz y el peor guerrillero que uno pueda imaginarse."

Cuando decidió por la "cubalibre"nacen muchos de sus problemas que le acompañan junto con su reumatismo, hasta el día de hoy.

Es la narración de "un testigo extravagante"; alguien quien que se codeó con "quienes llaman al sacrificio mientras llevan una vida de placeres y excesos (...) son esos que hablan como los de izquierda, piensan como los del centro y viven como los de derecha” (...) Memorias de un guerrillero…” es la historia de una caída, de un desplome que se cuenta sin rencor, más bien con desparpajo. Lo narra alguien que aprendió –rápidamente– la acepción más extendida de la palabra “guerrillero”, aquella que implica luchar por un status, matar por ciertas posesiones, mentir por quedarse en el poder."

Un fragmento más de lo encontrado y la foto que le está dando vuelta al mundo....

“Yo soy sólo un ser humano que se crió y se formó entre corruptos, inmodestos y modernos corsarios que jugaron a ser estrictos, sencillos y guardianes del honor, pero olvidaron callar frente a los niños. Porque este niño creció admirando esos vicios heroicos y vandálicos que apologetizaron nuestros líderes haciéndome ver que el asalto a un cuartel, en un país con leyes, puede ser una cosa justa. Haciéndome ver que subvertir países con ideas extranjeras, usando métodos ilegales, era algo necesario. Haciéndome ver que los problemas del estado se solucionan más fácilmente si ahuyentamos a nuestros propios ciudadanos. Haciéndome ver que repudiar, desprestigiar, pisotear, golpear, escupir o encarcelar era una buena opción para aquellos que no piensan como el sistema exige. Haciéndome ver que el pueblo es una masa amorfa y lejana a la que se tiene en cuenta desde un estrado para elogiarla un poco, azuzarla otro tanto y luego regresar al aire acondicionado. Me hicieron ver tantas y tantas cosas que terminé confundido como millones de cubanos que no sabemos la diferencia exacta entre el bien y el mal.

"Pensaba terminar con la palabra 'Libertad' pero eso está muy gastado. Luego me vino a la mente 'La histeria me absolverá'; pero esta frase, como muchos sabemos, me podría causar problemas", esto dijo Juan Juan Almeida al final de su libro.