Llegó mi día
Sí, fiesta. Sí, nací un 7 del 7 a las 12:30 hrs según mi madre que espera hasta ese momento para dar una llamada recordatoria. Número cabalístico, popular en múltiples culturas, quizá porque cada 7 días cambia la luna de fase y esta rige los cultivos, las aguas y su relación con la tierra en total. O porque el 7 es importante ya que agrupó a los cuerpos celestes visibles, según leí alguna vez.
En nombre del 7 tenemos 7 días en la semana, el cristianismo, el judaísmo y el islamismo decidieron que la tierra había sido creada en ese lapso. Amén de los pecados capitales y los sellos apocalípticos. Realmente no sé que significa ser 7, sólo que es un número primo, un recordatorio de que entraba a mis vacaciones educativas cuando niña y que tenía la posición de un perfil.
Lo que sé, es que tomé ese día como propio, como si no existieran más personas de ese 7; así lo llamé el día de los zapatos rojos, los de Dorothy volviendo a la casa, los del cuento con un perro y ahora con varios gatos, en búsqueda continua, los de Alicia que los tenía prestados o cualquier historia posible potente. Ese día de zapatos rojos se extendió a un mes entero de cuestiones que me permitieran la flexibilidad y fortuna de celebrar.
El rojo de mis zapatos es un rojo vibrante, profundo, uno que no necesita estar presente en todo, sólo un detalle; una suerte de rojo cochinilla, ese que generó la avaricia europea después del oro y la plata de los indígenas o el del achiote. En fin, ya puedes ir a buscar ese rojo.
En nombre del rojo y del 7 sigo escribiendo en ese blog, como recordatorio de etapas, la memoria, el recuerdo, la forma de olvidar y no. De cierta manera, celebro en este espacio también.
Si estás leyendo esto,
gracias por acompañarme en mi cumpleaños, en un momento de la vida.
si te fuiste, gracias por irte.
si te eché gracias también.
si aún somos limbo porque nunca será nada ¡que viva el limbo!.
lo que hubiese sucedido te eché en falta a vos persona, amigx, hermanx, colegx, enemigx, pareja, lectorx, discrepante, insurgente, compañerx y en ese extrañar, todos nos hemos transformado.
¡feliz vida!