Déjame descargar del bolsillo un poco de añejas tonterías, un amuleto que no uso, algún recuerdo de lugares visitados, las promesas desde niña, los rencores no nacidos, un poco de agua salada estancada, las flores del jarrón de hace 17 años, las figurillas de papel maché que no lograron comenzar a caminar y los pájaros enjaulados.
Déjame limpiar el polvo, que no está mal pero me causa muchos estornudos, buscar semillas nuevas y gladiolas para la ventana del jardín, creerme nuevas fábulas, adquirir algún mito usado, leerme los periódicos de hace 50 años, buscar otros libros de cabecera.
Déjame quitar telarañas, recontarte historias, hacer un poco de payaso, levantarme con las rodillas rotas o el codo raspado. Déjame soñarnos, y vivirnos así, con esta música que somos.