Ayer, podría decir que estaba con ganas de hacer lo del cacuy de Girondo, solo como la forma de poder sacar el extraño sabor de la semana, lo que esto signifique en mi cabeza. Miraba la tarde apagarse detrás de las montañas del suroeste, la veía desde mi ventana del sexto piso y me cayó encima cierta "sodade", o quizá solo fue el pretexto justo para buscar a Evora y que ella cantara nostalgia por mi.
Ya acaba abril, no es un mes que particularmente me guste, tiene su no se qué escondido, aunque fue hace un año que comenzó a caminar este blog, gracias a que alguien me empujó quizá sin darse cuenta, entonces comencé a asomarme por este lado. Quizá el mes no sea tan oscuro...
LLORAR A LÁGRIMA VIVA...
"Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!"