Antes, me leía libros de un tirón, debían ser realmente espantosos para no entenderlos, no disfrutarlos o no hacer intentos y reintentos.
Reintento ahora retomarlos, los leídos y los no leídos, los que creo haber olvidado y los dejados a medio palo.
A medio palo tenía tierras de cristal de baricco, pienso que me ha tomado más tiempo, no se si es la sensción "térmica", no se si es que son muchas personas, muchas historias, tantas como estados de ánimo y personajes.
Personajes todos de una vida ya pasada y a la vez apenas vivida, cada ciertos capítulos me tuve que devolver a Quinnipak, en donde los sinsentidos tenían razón. A ver si alcanzo a copiar algo:
"Transatlántico Atlas
14 de febrero de 1922
Las primeras veces, el capitán Abegg se quitaba el uniforme y hacíamos el amor. Nos cruzábamos en el puente, me sonreía y o bajaba al camarote. Al poco rato llegaba. Cuando habíamos acabado, a veces se quedaba. Me hablaba de él. Me preguntaba si me hacía falta algo. Ahora es distinto. Entra y ni siquiera se desnuda. Me mete mano por debajo de la ropa, para excitarse, después hace que me siente en la cama y se desabrocha los pantalones. Permanece de pie frente a mí. Se masturba y después me la mete en la boca. No sería tan asqueroso si por lo menos se estuviera callado. Pero él tiene que hablar. Si no, no se le pone dura. -Te gusta, ¿he zorra? Pues entonces chúpala perra asquerosa, métete la boca, venga que te hace gozar, estúpida zorra- Quién sabe qué gusto hay en llamar zorra a una mujer que te la está mamamndo. ¿Qué sentido tiene? Sé perfectamente que soy una zorra. Hay muchas maneras de cruzar el océano sin pagar el pasaje (...) -Se ha acabao, por esta vez se ha acabado-, me acurruco en la cama y vuelvo a Quinnipak. Eso me lo enseñó Tool. Ir a Quinnipak, dormir en Quinnipak, huir en Quinnipak (...) Es una especie de juego. sirve cuando te sientes asquerosa por todas partes, y no hay modo de quitarte la sensación de encima. Entonces te acurrucas en cualquier parte, cierras los ojos, y empiezas a inventarte historias. Lo que se te ocurra. Pero hay que hacerlo bien. Con todos sus detalles. Y lo que la gente dice, y los colores, y los sonidos. Todo (...) Pero un día llené una maleta y me marché. Mi padre no dijo nada. Mi madre lloraba y basta. Sólo Elena me acompañó hasta el final de la calle. Elena es una niña, tiene ocho años. -¿Por qué te escapas?-, me preguntó -No lo sé. No se, Elena por qué me escapo. Pero lo comprenderé. Poco a poco, cada díalo comprenderé. -¿Y me lo dirás después, cuando lo hayas comprendido?-. Sí. Te lo diré. Esté donde esté, aunque esté muy lejos (...) Prometido.
Dicen que dentro de tres días llegaremos. Tres mamadas más y estaré al otro lado del oceáno. Increíble. Quién sabe cómo será la tierra allí. A veces, estoy segura de que allí estará la felicidad. A veces, solo con pensarlo, me entra una tristeza tremenda. Quién es el que entiende algo. He visto muchas cosas, pero solamente dos han sido capaces de hacerme sentir dentro tanto deseo y tanto miedo al mismo tiempo.
La sonrisa de Tool, cuando estaba Tool.
Y ahora, América."