Pareciera que el mundo camina más preocupado por la recesión económica que por la cara afectada de cualquier sitio del orbe, es decir la gente. Si bien nos hemos distraído más que un poco, así como se ha respirado con descanso tras la llegada de Obama al poder, lo cierto es que nada se ha detenido aún... corrijo, Israel hizo un cese al fuego, lo obvio.
Cuando se comenzaron a hablar de los fantasmas de caídas. Cuando la gente amaneció durante el 2008 con la pesadilla frecuente del desmoronamiento del precio y el valor de su vida. Cuando los indicadores dejaron de "contar" lo que realmente sucedía, disparándose por doquier los nombres de personas que durante años habían alterado cifras para "sobrevivir", llámense los números de sus empresas, países y vidas. Cuando la lujuria del gasto el lujo abofeteante y la especulación a la orden del día se cayeron en las gradas de cualquier banco frente a sus inversionistas. Cuando se despertaron las economías con gente engrosando filas de angustia, disgusto, demanda, ojos desbordados, hundimiento en caída veloz y todos perdieron, se renegó del capitalismo desmedido. Sucedió esto en un semestre, aunque los rastros de los problemas son más antiguos.
Entonces ante tal escena, se levanta la esperanza política de gente normal y corriente ahora más fuertemente representada por un Obama, hijo de inmigrantes, de piel oscura, con probable antepasado esclavo.
Es el cruzar los dedos pidiendo que no pululen los nuevos Sarzoky, las Tzipi Livni, o los Mugabe, los Omar el Bashir, las "Guantánamo ocultas". Son las "ganas" de que quienes gobiernen sean solo algo "justos", que no atenúen tanto los fallos y aciertos que pueden tener o tendrán, pero sobretodo, que no acepten pacientemente lo intolerable como si nada sucediera.
Reconozco la intención de cambio, el intento de renovación de un pensamiento y la bienvenida a un "moderno caudillo" en tiempos sin opciones. Pero y sin querer ser ave del mal agüero, también recuerdo que la corte acompañante sigue siendo casi la misma.
Retomo: la esperanza viene muchas veces envuelta en los deseos de gente "vulgar, común y corriente". Quizá de allí proceden los esfuerzos más sólidos, las luchas más fuertes, aquellas construidas bajo pobreza y en crisis, permitiendo cada cierto tiempo renovar, cambiar, hacernos la idea de que estamos en un intento por mejorar...