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septiembre 07, 2010

El olor de la lavanda

Allí Grenouille pasó 8 años de su vida donde se dio cuenta y enfatizó mas su don, un olfato inimaginable,
 pues él podía oler a las personas a una gran distancia, 
sabía donde estaban las cosas así estuvieran muy bien escondidas,
 poco a poco este pequeño desarrolló cada vez mas su sentido del olfato y
 gracias a él podía hablar pues solo conocía las cosas por su olor. Patrick Süskind

tomar con las manos la vida por el frente y la cintura,
atisbar la mirada,
hundir la lengua en las comisuras,
saborear los labios, 
respirar la piel,
latir por los poros,
acelerar el estómago,
partir con fuerza,
romper la distancia con ansias y sed.


me gusta la vida de esa forma.

2 comentarios:

Tropiezos y trapecios dijo...

Y la pregunta es: ¿a quién no? :-)

Ojalá todo tuviera olor a lavanda y viviéramos cada día como si fuera el último, ojalá pudiéramos hacer todas las cosas que dices sin que el miedo nos atemorizara...

El miedo, nuestro mayor enemigo...

Un saludo.

Oski.

Iraide dijo...

Hmmm... ya veo lo que te gusta...