Después de un mes que fue duro por muchas cosas, tal como atarme los dedos durante los primeros días, ya que me recorría un cosquilleo con deseos de escribir en el blog. Sin embargo quería seguir mi decisión como ermitaña, la de no permitirme anotar nada, sino dar espacio a otras cosas.
A su vez el calendario estuvo matizado de días extensos como el invierno de techo cerrado, en donde parecía no levantar cabeza nada, tratando a la vez de ponerme al hilo, junto a una sensación de que no daba cuerda, que no daba pie en bola. Por mal citar algo de ayer: "con el frío en la médula, instalado en la manija, en el cuerpo, en la ropa, en la ventana", el frío de la pobreza. Además estaba allí otra vez, esa especie de tranquilidad con visos de tristeza.
Se suma la intensidad de intentar cumplir con las responsabilidades, el volumen de trabajo que en estos días nos inundan a todos con su peso de plomo y grava. Finalmente una lucha laboral, algo tonto, básico quizá, algo sencillo (trasladar a alguien de puesto fuera de mi oficina), algo que finalmente terminó mal y con gente resentida.
El mes de octubre estaba entre el día de brujas, las vísperas de muertos y los sinsentidos cotidianos. Es así como llegué a tener la sensación de carnicería y lucha por el hueso, los ojos y el dinero.
He de confesar que no todo quedó tal cual, porque finalmente como ese regalo que no te das cuenta que lo necesitabas y deseabas. Llegó lo inesperado de la mano de lo deseado, sonriendo como niño recién atrapado, quien no dejará de hacer la travesura, ahora matizada con conocimiento, sentido y deseo a flor de piel.
Así apareció y comenzó con la mano amiga, a veces prófuga, otros tanto provocadora, la que sostiene y acaricia, la que toma tiempo, la que mueve la página, golpea el tabaco en la lata de cerveza, la que desmenuza la cabeza del langostino, la que recorre el borde de la sonrisa. Qué bien que existen manos, que bien que estas van "atadas" a un cuerpo, donde entre independientes, reaccionarias, dueñas de un albedrío propio de la extremidad, pero a su vez de relación escabrosa y permanente con la cabeza, manifiestan el inicio de historias que de un solo golpe o de manera lenta, pausada y sabrosa, calientan, adormecen, tranquilizan, quieren en los días nublados y las noches interminables.
Ya estoy de regreso, sí llegó noviembre, faltan dos meses y el año se habrá ido, vendrá reyes y yo tendré deseos por cumplir, así como regalos que dar. ¡Como se suceden los meses!, ya octubre no está en el calendario 2008..
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