Buuuh, buuhhh, hacen los fantasmas.
Se escuchan risas estridentes de las brujas pirujas.
Cadenas suenan de las almas en pena.
Lloran muertos perdidos.
Ruedan cabezas sin dueño,
todos miedos de infante en mi cajón revuelto debajo de la cama.
Se escuchan risas estridentes de las brujas pirujas.
Cadenas suenan de las almas en pena.
Lloran muertos perdidos.
Ruedan cabezas sin dueño,
todos miedos de infante en mi cajón revuelto debajo de la cama.
No es el día de brujas, ni tampoco de los muertos. Yo que no creo en fantasmas, requiero agua mágica para echarlos a la calle el día de hoy. No me importa si van de paseo a la casa de espantos, si frotan la lámpara y se regresan del camino de salida, pero no quiero que duerman conmigo o que se posen grises en las ventanas.
Sí hablo de mi día, de las noticias abiertas o de las que podrían venir. Puedo decir que me asusté realmente, cuando tocaron mi cotidiano día, me dijeron hola con una nueva sonrisa y de pronto extendieron su nota de dictamen revuelto de sospechas y sin mayor explicación.
Reconozco que en este caso es tiempo, método, prueba e instructivo lo que finalmente me sacará de cualquier miedo o de cualquier duda. Sin embargo, necesitaba gritarlo.
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