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Estas fechas son paso de tiempos, anuncio de algunas costumbres que gotean exíguas por lo cual parecieran más preciadas, tal como los tamales de cerdo y su versión pollo o las misas de Gallo -a las cuales nunca he ido- y posadas modernas con olor a antiguas. Algunas cenas y almuerzos navideños, rompope y salidas, revisiones de calendarios, dar gracias, llamaditas de última hora, volver a los conocidos abandonados. Descanso forzado en mi actual trabajo, lo agradezco también.
A mis sobrinos pequeños les gusta aún y de sobremanera el "arbolito" prendido de luces, adornos de colores y con suerte dulces. A mi me gusta el olor del ciprés vivo, fresco, verde dentro de la casa.
No hay nieve, ni abrigos -como el blanco navideño esparcido por la televisión-. Vivo en el trópico maleado -es que ahora llueve en todo momento y antes el trópico significaba estación seca y estación lluviosa, sol intenso, agua inundadora, en fin-. El diciembre "tradicional" es de días soleados -anuncio de los meses siguientes-, el viento es intenso y las noches son frías como hielo por dentro -dirían los viejos míos-, con tardes de celajes en colores naranja, fresa, pastel paleta.
Es así como con un poco fortuna o sin ella, la mayoría de los habitantes de la ciudad se van de vacaciones a la playa. Entonces la playa se llena de habitantes y terminas con "suerte" topándote a más gente conocida "en la lejanía vacional" que en el día a día citadino. Bueno, este país es de 51.000 metros cuadrados y casi 4.5 millones de habitantes, es pequeño y bastante mal distribuido, así que los sitios lejanos se vuelven multitudinales con solo estornudar.
Vivo en el occidente, me rijo por el calendario gregoriano, así que estos tiempos indican cierre y principio de año. Regalos a la medianoche del 24 amaneciendo 25 de diciembre, día de reyes del 6 amaneciendo el 7 de enero.
No puedo, ni voy a quitarle esa nostalgia continua, ese particular color que invade, es un tiempo particular, mi ciudad -la capital- se llena con luces de colores, es quizá para mi la única época del año en que la encuentro menos oscura, menos lavada, menos deslucida, raída y desteñida, más viva, con hormigas moviéndose de un sitio a otro y ya con eso me basta.
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