Un nombre curioso dirán algunos para una organización delictiva. "La familia", una forma de concebirse dirán otros, un nuevo grupo de poder quizá; lo cierto es que en los últimos meses ha sido notorio este grupo, esta forma de delinquir, esta manera de hacer negocios y negociar.
Es poco lo que comprendo de la manera en que operan ciertas cosas, como esto de los “cárteles de droga”. Asumo que se entiende en la medida en que "salen a la luz" a partir de sucesos generados; pues además, no sería viable para quienes les persiguen, contar lo que han descubierto o cómo operan.
Estamos ante una forma de organización que "no se conformó con llevar a cabo tareas estrictamente delictivas sino que evolucionó para convertirse también en una especie de fundación que asiste a los necesitados, en una policía alterna que ofrece protección a la gente y en un gobierno paralelo que invierte recursos para pavimentar caminos, construir escuelas, iglesias, canales de riego y generar empleos." Los expertos dicen que basa su manera de actuar en cinco ejes a saber: "la generación de infraestructura social para obtener protección política y de la población, comunicación social con tintes religiosos, capacidad militar operativa, infiltración en sectores económicos legales y ayuda directa a la población marginada." (Citas del Diario La opinión) La historia no termina allí, invoca su cabecilla a la religión, pide, ora y tiene esperanza y a la vuelta mata a quien no. ¿Qué más se puede pedir?
Como bien ya dije, no comprendo como operan, pero sí entiendo lo anterior, me queda claro y lo que asusta es lo que todo esto significa...
En los países nuestros donde quizá algunos aún vivimos en espacios en los que no hay que pagar por pasar de un sitio a otro, donde la seguridad es mediana, escasa y burlada, pero permite transitar a casi toda hora. Hay sucesos violentos, muy violentos e innombrables, aún no se vive el rapto express como pan nuestro de cada día y se tiene alguna sensación de tranquilidad. Sin embargo, uno pregunta casi como vecino ¿hasta cuándo será?
La pobreza, si bien es dura y por mucho, confrontada y quizá atendida permite construir, quizá sembrar esperanza en los reductos menos pensados. Invertir y atender ante estas circunstancias pareciera demostrar que brinda oportunidad para futuro. En cambio la violencia es cabrona (perdón si les suena duro la palabra), no permite vivir, no permite descansar, no permite dejar de temer, enerva la neurosis, nos lleva a cometer cosas entupidas, destruye paz alguna y sobretodo genera desolación.
¿Qué será de nuestros países? Cómo se preguntaba una chica de un blog, hay dos tipos de países, los que importan y los que no importan, así se mide la intervención. Quisiera pensar que sí importa, que sí se hace, que sí debemos todos hacer algo desde cada espacio. Es duro lo que vive México con esto, lo que divide el país según Calderón. Recordamos acaso Colombia y Ecuador o las rutas de paso por Centroamérica Tokio, Amsterdam y....
Es poco lo que comprendo de la manera en que operan ciertas cosas, como esto de los “cárteles de droga”. Asumo que se entiende en la medida en que "salen a la luz" a partir de sucesos generados; pues además, no sería viable para quienes les persiguen, contar lo que han descubierto o cómo operan.
Estamos ante una forma de organización que "no se conformó con llevar a cabo tareas estrictamente delictivas sino que evolucionó para convertirse también en una especie de fundación que asiste a los necesitados, en una policía alterna que ofrece protección a la gente y en un gobierno paralelo que invierte recursos para pavimentar caminos, construir escuelas, iglesias, canales de riego y generar empleos." Los expertos dicen que basa su manera de actuar en cinco ejes a saber: "la generación de infraestructura social para obtener protección política y de la población, comunicación social con tintes religiosos, capacidad militar operativa, infiltración en sectores económicos legales y ayuda directa a la población marginada." (Citas del Diario La opinión) La historia no termina allí, invoca su cabecilla a la religión, pide, ora y tiene esperanza y a la vuelta mata a quien no. ¿Qué más se puede pedir?
Como bien ya dije, no comprendo como operan, pero sí entiendo lo anterior, me queda claro y lo que asusta es lo que todo esto significa...
En los países nuestros donde quizá algunos aún vivimos en espacios en los que no hay que pagar por pasar de un sitio a otro, donde la seguridad es mediana, escasa y burlada, pero permite transitar a casi toda hora. Hay sucesos violentos, muy violentos e innombrables, aún no se vive el rapto express como pan nuestro de cada día y se tiene alguna sensación de tranquilidad. Sin embargo, uno pregunta casi como vecino ¿hasta cuándo será?
La pobreza, si bien es dura y por mucho, confrontada y quizá atendida permite construir, quizá sembrar esperanza en los reductos menos pensados. Invertir y atender ante estas circunstancias pareciera demostrar que brinda oportunidad para futuro. En cambio la violencia es cabrona (perdón si les suena duro la palabra), no permite vivir, no permite descansar, no permite dejar de temer, enerva la neurosis, nos lleva a cometer cosas entupidas, destruye paz alguna y sobretodo genera desolación.
¿Qué será de nuestros países? Cómo se preguntaba una chica de un blog, hay dos tipos de países, los que importan y los que no importan, así se mide la intervención. Quisiera pensar que sí importa, que sí se hace, que sí debemos todos hacer algo desde cada espacio. Es duro lo que vive México con esto, lo que divide el país según Calderón. Recordamos acaso Colombia y Ecuador o las rutas de paso por Centroamérica Tokio, Amsterdam y....
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