No es que careciese de dirección electrónica, tengo correo desde hace más de 10 años, cuando el Internet no era tan común y al menos en dónde yo estudiaba, había que anotarse en una lista de espera para poder usar una computadora -claro con el miedo de estropearla-, pues tampoco era algo que en casa se pudiera adquirir fácilmente.
Esa dirección punto com es solo mía. No se sabrá jamás la naturaleza de este, ni las noticias que contiene, ni las preocupaciones, los espíritus, las sorpresas, las extrañezas o solo lo que es. Fue abierto entre un aparcamiento oscuro, una emoción, unos minutos, una oportunidad, unas entrañas abiertas con convencimiento, con sorpresa, con emoción, con sentir, con un mundo desconocido que viene a explicar el pasado, el presente y el futuro.
Yo esperaba hoy contar otras historias, en un post que inicié el jueves, pero para este viernes han cambiado los vientos y solo dejaba por allí uno de mis más cercanos secretos.
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