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octubre 31, 2009

Entrelíneas

Me cansé, por estos días paso de interpretar lo que se dicen en los pasillos, en los almuerzos, en pequeños grupos que miran de reojo cuando se pasa o guardan silencio al entrar en la habitación.

Sé que algo cambió, que algo nos sucedió a todos. Unos más que otros, pareciera que desconfiamos de nosotros mismos, como si supiéramos algo no solo oscuro del otro, sino además estuviésemos urdiendo "eso" sin nombre aún.

Me harté de lo que dicen, lo que veo, la mano en la pierna halando la falda, si el vejete coqueteando, si todos quieren del mismo dinero, si hay un plan que debe esperar, si estoy insatisfecha de mi jefa, si me decepcioné una vez más, si tengo más derecho pues trabajo más, si estoy agotada, sino me siento estimulada, si pienso que es mala paga, si sabemos decir no, si tan pronto comenzamos a "odiarnos" por momentos y cada vez más.

Vaya forma, esa como brotan ciertas caras de nuestra naturaleza humana. Saber que casi todas estas cosas nacen de una suposición que comenzó contándose. Me niego a leer entre esas líneas, aunque sean las que nos acompañan cada día.

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