Hay asuntos, negocios, esquelas que se repiten y no basta con decir que el ser humano inevitablemente no parece aprender de lo vivido, esto no es suficiente para no mover las manos, el cuerpo y hacer algo.
Hace algunos meses atrás hablaba de los países que importan y los que no, de allí escribía sobre Honduras, que lleva la "Crónica de una muerte anunciada", ahora falta menos de un mes y estaremos en noviembre, época en la que se supone serán las elecciones en este país y con una condición política que se agrava, más que por esta misma, porque las personas son las enfrentadas y reprimidas, porque no hay vencedores en ningún bando, todos pierden algo.
Abro el periódico y evito los sucesos, pero estos se han colado por todo lugar, en los anuncios, en las caricaturas, en las crónicas y cuanto más crueles más catatónicos parecemos a veces.
Discutía con uno de los míos, sobre Samoa, estaban indignados en casa por esa "crónica anunciada" del terremoto de 7,9 que de seguro le seguía a un tsunami. ¿Cómo es posible que no se hiciera nada? ¿Qué pasó? Todo indica que nos sentamos a esperar y esa marejada gigante llegó y que aquel suceso del 2004 que llevó a todos a "llamar a revisar las alertas de tsunamis" sirvió quizá de poco, por no decir que de nada, pues algún detractor habrá.
Sigo el periódico, el resumen semanal y se parte otra vez el ánimo, por ese país de la vuelta de la esquina: Guatemala, hay hambruna allí, de la que se conoce generalizada en ciertos lugares del orbe, de la que parte porque las barrigas de los niños están hinchadas pero de lombrices, porque no es acerca de ponerte a dieta por el exceso de peso, sino porque pueden pasar días y no hay bocado en la mano, en el plato. Quien ha vivido alguna hambre lo sabe.
Se responsabiliza al clima. Que poco parece ser esa la justificación, aunque CLIMA y NATURALEZA la usemos con letras grandes o pequeñas dependiendo de los intereses y el uso.
La causa es más profunda, es estructural, tiene que ver con la iniquidad en todos los campos, el acceso si es que hay, está relacionado con la ausencia de políticas aunque sea de gobierno y no damas y caballeros no las hay, no importa lo que digamos o el dinero que se le meta.
La pobreza ya no es la llana y melancólica pobreza con un letrero y una "puerta grande con signos de salida", huele a añeja, a vieja, a muerta y a desolación por la violencia. Tomo unas palabras de Fran Sevilla que parecieran fotografiar a penas una esquina de lo que sucede:
Sigo el periódico, el resumen semanal y se parte otra vez el ánimo, por ese país de la vuelta de la esquina: Guatemala, hay hambruna allí, de la que se conoce generalizada en ciertos lugares del orbe, de la que parte porque las barrigas de los niños están hinchadas pero de lombrices, porque no es acerca de ponerte a dieta por el exceso de peso, sino porque pueden pasar días y no hay bocado en la mano, en el plato. Quien ha vivido alguna hambre lo sabe.
Se responsabiliza al clima. Que poco parece ser esa la justificación, aunque CLIMA y NATURALEZA la usemos con letras grandes o pequeñas dependiendo de los intereses y el uso.
La causa es más profunda, es estructural, tiene que ver con la iniquidad en todos los campos, el acceso si es que hay, está relacionado con la ausencia de políticas aunque sea de gobierno y no damas y caballeros no las hay, no importa lo que digamos o el dinero que se le meta.
La pobreza ya no es la llana y melancólica pobreza con un letrero y una "puerta grande con signos de salida", huele a añeja, a vieja, a muerta y a desolación por la violencia. Tomo unas palabras de Fran Sevilla que parecieran fotografiar a penas una esquina de lo que sucede:
"Las causas de esta hambruna en Guatemala son atribuidas a la sequía que padece toda Centroamérica. Pero esa es sólo la explicación conyuntural a un mal estructural. Es cierto que la sequía ha causado la pérdida de cultivos, sobre todo maíz y frijoles, que constituyen la dieta básica de la mayoría de la población guatemalteca. Pero el problema real lo representa una estructura socioeconómica que margina, que excluye a esa mayoría.
Más de la mitad de los guatemaltecos vive por debajo del umbral de la pobreza. Centenares de miles de ellos cultivan pequeñas parcelas de tierra junto a sus casas, cultivos de supervivencia con los que alimentar a toda la familia. La ausencia de lluvias ha provocado la pérdida de los cultivos. No hay nada que cosechar y, por lo tanto, no hay nada que llevarse a la boca. Y no hay Estado, no hay seguro de desempleo, no hay seguridad social, no hay más que hambre y desolación.
Guatemala es un país profundamente injusto en un continente profundamente injusto en un mundo profundamente injusto."
1 comentario:
Es que hay males endémicos de la región.
Somos naciones entrópicas. No importa lo que hagamos, tendemos invariablemente al caos.
Abrazo cronopio.
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