El primero de diciembre como cada año, mis padres celebran sus más de 50 aniversarios de matrimonio. movidos ellos entre tiempos donde algunos pedíamos a gritos su divorcio y otras temporadas partidos en lágrimas de pensarlo.
Su vida ha oscilado entre Siempre y Jamás, como el poema de Benedetti. En un mundo donde la ilusión se les ha partido por pedazos y aún así siguen se aferran a ciertas partes de sus sentimientos mutuos y individuales, con ese ímpetu casi escandaloso de los jovenzuelos.
Sus oleadas de amor y odio han sido notorias y entre estas crecimos sus hijos, pero no pensemos que las oleadas significaron gritos o vasos quebrados, esos los causamos nosotros con el crecer. Más bien fue respirar historias de siempre para siempre como promesa única a la par del deseo incidioso de quebrar todo para nunca jamás y dejar una segunda parte para otras vidas.
Confirmo, entre siempre y jamás han intentado una historia de cuento que más se parece a cualquier otra cosa, viven y sobreviven, se buscan-encuentran-abandonan-celan-distancian-acercan y así como les digo, se les va la vida.
Yo me pregunto ¿qué será con nosotros?
Entre siempre y jamás
el rumbo el mundo oscilan
y ya que amor y odio
nos vuelven categóricos
pongamos etiquetas
de rutina y tanteo
-jamás volveré a verte
-unidos para siempre
-no morirán jamás (...)
-(y hasta la fe dialéctica
de) por siempre jamás
-etcétera etcétera
de acuerdo
pero en tanto
que un siempre abre un futuro
y un jamás se hace un abismo
mi siempre puede ser
jamás de otros tantos
siempre es una meseta
con borde con final
jamás es una oscura
caverna de imposibles
y sin embargo a veces
nos ayuda un indicio
que cada siempre lleva
su hueso de jamás
que los jamases tienen
arrebatos de siempres
así
incansablemente
insobornablemente
entre siempre y jamás
fluye la vida insomne
pasan los grandes ojos
abiertos de la vida
Mario Benedetti
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