En la playa, mientras mi hermana recoge los negros y morados para devolverlos al mar, de vez en cuando asistiéndola, recolecto los blancos depósitos calcáreos limpios por el agua y el sol.
Los cuerpos de los erizos de mar me gustan.
Tienen una fuerza hipnótica, se apoderan de mi, me empujan a buscar cuanto depositario tengo a mi alcance para llevarlos conmigo.
Tienen una fuerza hipnótica, se apoderan de mi, me empujan a buscar cuanto depositario tengo a mi alcance para llevarlos conmigo.
Son bellos, frágiles seres de un ecosistema, mudos que mueven sus espinas amenazantes, las que se caen sin más al morir, secándose y dejando a su paso el recipiente contenedor.
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