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mayo 04, 2010

No soy de aquí, ni soy de allá

"No soy de aquí, ni soy de allá 
no tengo edad, ni porvenir 
y ser feliz es mi color 
e identidad"
 
Para Lady D. A.C. un abrazo

Por todos es sabido o al menos por una mayoría que, el ser humano como otras especies ha migrado a lo largo y ancho de este planeta, unos con más éxito que otros, con motivaciones poco cambiantes con el tiempo, más bien parecieran sencillas modificaciones o un "up grade".

Nos hemos movido por comida, mejora económica, educación, evadiendo persecución, búsqueda de "un nicho" donde vivir, por apareamiento, por esperanza. Sea lo que fuese nos ha motivado algo.

Ser migrante y ser inmigrado puede tener cualquier tonalidad y distancia. Lo cierto aquí es que se vuelve uno sujeto de ningún lugar, añora espacios del antaño y desea ese presente cuando lo tiene lejos. La adaptación en el mejor de los casos es la regla, la constante, la lucha, la realidad, como si una vez al pisar fuera del espacio originario no hubiese otra verdad.

Cada uno de nosotros sino migrante, conoce a uno. Cada uno de nosotros se ha ausentado de su viejo barrio, del espacio conocido, con suerte ha probado otra música y otros sonidos al cocinar. Ha traído de regreso "algo" que lo ha hecho diferente impregnando las mañanas, retocando las noches y lo cual en última instancia ha sido trasladado a los otros y sin embargo "algo" falta... 

No puedo evitar la visión más romántica de la historia, la contada, misma que choca y se entrecruza al  enterarnos como si fuera por las noticias del periódico del resentimiento, no de la soledad o el abandono, sino del dolor, la tristeza y hasta el odio del país donde nos ha tocado/elegido/obligado a movernos... Es aquí donde no importa la belleza de la arquitectura, la profundidad de otras aguas, el olor de los panes nuevos, la imagen de progreso, todo absolutamente todo hiere, hace sentir desprecio y un tanto más de vacío. La fotografía del movilizado feliz, del que funda una nueva vida, de la posibilidad de una nación para todos en cualquier lugar desaparece. La cotidiana nuestra borra ese "futuro" por asuntos de color, de acento, de costumbres y hasta de moda.

Lamento decir que no puedo evitar pensar que el perder compasión, frescura, quizá afecto del espacio receptor está relacionado con el interno nuestro, pero y aquí usaré un pero no muy común, el derredor, las personas, el clima, la comida, el desgaste, el "palo gratuito", la lucha continua, la lejanía hace merma fuerte y profunda y para cuando nos enteramos "no se es de aquí ni de allá".

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