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junio 17, 2010

El día para olvidar

Uno puede sobrevivir a muchas cosas, que si la caída de un segundo piso, el haber sido correteado por un toro, una descarga de 25watts, un rayo a dos centímetros de la mirada, un camión cargado de flores rosadas, los sillones forrados de plástico, una grapa en el pan, el cabello perdido en el helado, la uña en la comida, el gas suelto en un auto con las ventanas cerradas, ver a los padres teniendo sexo y sin pedirlo, los fármacos de contrabando, el alcohol destilado ilegalmente, en fin a muchas cosas... Sin embargo, siempre hay alguna que es nuestro talón de Aquiles, que por más lejana o por más vivida siempre nos genera repelus, en mi caso son las agujas.

Las conozco y no porque me dedique a coser, a la acupuntura o la medicina generalista. Sino porque por un largo período fueron mis acompañantes diarias y he de decir que yo que no me considero cobarde (tengo que mencionar algo bonito de quien escribe) siento "cierta intranquilidad" cuando tengo contacto con ellas, aunque solo sea por unos instantes.

Hoy me pasó eso, quería salir llorando, al decir verdad huyendo, en cambio mientras la mujer buscaba por cuarta vez la vena para un rutinario examen de sangre, acompañando "la caza" llamando con una serie de nombres a mis "venas escapistas" yo ponía cara bonita, sonrisa amable y trataba de tranquilizarla diciéndole: "ya verás que pronto saldrá".¿Dónde demonios se ha visto? Tuve que haberle dicho algo diferente, pero no pude.. uff que fastidio. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay.. pobrecilla.

Imagino la escena de una jeringuilla gigante en las torpes manos de una enfermera, corriendo detrás de una pobre paciente...

un abrazo fuerte


Iraide