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junio 27, 2010

Juegos de niños: diagnóstico I

Antes mucho antes solía tirarme sobre el pasto para ver el cielo azuloso con las nubes gordas. Miraba las formas, como todas las personas. Me apretaba los ojos con las palmas de las manos hasta que lograba provocar esos puntitos de colores según diera la luz en mi rosto.  Me gustaban los de colores, los negros y blancos eran aburridos a pesar del movimiento.

En algunas ocasiones aparecían líneas de borde transparente. Su forma era la misma, solo la figura abierta o cerrada, eran picos que se situaban al lado inferior de mi mirada derecha, sin embargo hacía que doliera el ojo izquierdo (con el que veo bien)

He de decir que de mis favoritos una burbuja blanquecina, sola ella recorría la vista aunque mirara al abierto del espacio, de arriba hacia abajo, de arriba hacia abajo otra vez. Jugaba yo a que era mi ave y la seguía, aunque solo yo podía verla hasta desaparecer tan pronto como se asomaba.

Han pasado los años. Ya no veo al ave, solo de paso noto su visita. Las líneas quebradas son más frecuentes, son las que me acompañan. No son tan divertidas he de decir. Me "rompen" la vista y a veces la paz.


Sabes, antes jugaba y podía decidir cuando detenerme. Ahora no lo decido. Ellas se deciden solas, enturbian mi día, más que mi noche. No siempre puedo dormir y así tan orondas como aparecen se marchan sin decir adiós, dejándome aturdida, agotada y dolida, cambiando mi estado.

Extraño el juego de luces, de antes mucho antes cuando me tiraba sobre el pasto a ver el cielo debajo del naranjo o la mandarina, no estos de ahora. 

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