Algunos dicen que estoy melancólico, triste, fatalista, algo suicida.
No es cierto, estoy desmoronándome como las entradas de las casas de la hormigas.
Se me ha caído la tierra encima, se han bloqueado los caminos,
estoy atrapado en la oscuridad
y mi propio laberinto se ha vuelto un lugar inseguro,
una trampa.
Extiendo las manos en dirección de auxilio,
miro hacia donde hay personas, miro hacia el artífice que me ayudó a levantar esto,
al arquitecto que fue mi cómplice
y ahora solo me da la espalda,
me ignora, me borra, empuja en silencio los gránulos a la entrada.
Algunos dicen que soy melancólico, fatalista, determinista, algo suicida.
Asumo que es así, que soy el responsable de esto, de un destino plantado con cobardías, con silencios, con inresoluciones,
sin puerto de llegada,
siempre de partida,
huyendo de mi propia sombra
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