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Después de estos ríos de sangre,
después de esas lágrimas de ojos grises,
de las iras que escupen bilis granulosas,
de las maldiciones que no abandonarán jamás.
Después, mucho más allá del después,
crecen pequeñas cosas:
como flores liláceas,
nubes ocre,
pasto azul,
y pareciera que algunos nuevos brotes
de hiedra, zumaque o roble,
con la misma característica: veneno, por supuesto.
1 comentario:
Pensaba que el poema acabaría bien, pero no...
Veneno en todas partes.
Besos.
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