31 de diciembre, 2015
Es extraño levantarse y cada vez que suena el teléfono, esperar al otro lado la noticia. Es más extraño prepararse mental y físicamente con el disfraz para enfrentar una vez más la muerte; reunirnos expectantes, considerados, esperando el comentario, hacer la rutina: preparar la merienda sin siquiera tener hambre, llegar al sitio y no comprender a la primera el juego de ajedrez.
En definitiva, es algo particular y exclusivo escuchar las "bombetas sonar", claro es el último día del año, el jolgorio de la gente no sabe esperar mientras veinte personas (un poco más lo aseguro) hablan poco o nada entre ellas, intentan mostrar respeto al muerto que está encerrado, tapado, mudo, fijo, amarillo y pequeño, ya ido en ese rigor mortis que no se mira.
La capilla, es otro tema, es como el último trecho de esa vida: amontonadas las cosas que algunas vez fueron usadas, cocinas del comedor contiguo, sillas de madera sólida, ni lo suficientemente pequeñas ni cómodas, ni grandes, las bancas pegadas a la pared, simulando respaldares, cuatro grupos de flores, una foto para no olvidar al olvidado, negro, azul, mezclilla, marrón en el traje; pan, mantequilla, galletas, café a la entrada por si el velar al muerto entre fuegos artificiales o durante la última misa del año, o quizá el ejercicio de estar, provocara hambre a alguno.
Saludan a la consorte, a la hermana, al hermano, se saludan entre sí, "la familia llama", tal parece que solo en estos momentos, al menos para decir mirá vine; nadie llora ¿deberían?. Parece que no tengo dolor, o bueno no lo se, pero le extraño, le quise, (en el último viaje le traje una alfombrita de alpaca para que se calentara los pies, aún no se si la usó, eso fue hace 4 años)... Los diálogos oscilan entre los aumentos de peso o los años sin verse, antes que preguntar como falleció el muerto (aunque quieren los detalles), a lo mejor se pide olvidar todos los problemas, como si por 5 minutos se dejara de ser hijo de puta.
¡Qué buena noche! no hubo ningún incidente, el cielo está despejado y el viento no está tan intenso; hay que confirmar los detalles como si la información no estuviera bien, aunque realmente sí ha fallecido quien dicen que era, quienes sabemos quien es.
1 de enero, 2016
No hubo ganas de celebrar el cambio del año; quizá una oración, no está demás creer en algo cuando no se cree en mucho o en nada.
Van y vienen las felicitaciones virtuales, mejor desconectar el teléfono; siguen esas interminables bombetas, los perros aúllan, quisiera pensar por solidaridad con el dolor de uno; sin embargo ya sabemos que no es cierto, es por ellos mismos, porque el miedo les come los oídos, la cabeza, el alma, perseguidos y castigados sin ser responsables. A dormir con los gatos se ha dicho, no en el piso, sino en ovillo, eso es lo que queda a las primeras horas de un año bisiesto, si es que se puede dormir sin pesadillas, ¿por qué habría de tenerlas? Las tuvimos.
5:30am, la alarma, hay que prepararse temprano, las honras fúnebre son hasta las 8:30am, pero uno quisiera como que recomponerse un poco, desperezarse, armarse no de valor, sino las piezas, que se vean presentables como si con los años la madurez generara compostura y con eso una no rotura.
Fue pequeño el acompañamiento, lo comprendo, muy pocos van a los cementerios, quizá porque es el momento más íntimo antes de que uno inevitablemente sea rodeado de concreto o de tierra. Ha sido todo tan veloz, quizá años de muerte lenta, de temor a morir, de no querer morir, pues aunque nada ha sido fácil, esta consciencia de estar vivo, de moverse, de hacer, de respirar es única, uno la quiere aferrar con las manos, no importa si se gastan las uñas o se entumecen los dedos o si finalmente siempre encuentra un borde de escape.
Ya todos nos hemos ido, ahora al recuento, a realmente darnos por notificados que ha muerto y con él, una parte de nuestra memoria. Yo le recuerdo, él ya no me recuerda, para efectos míos es así, no importa si dicen que hay vida después, si veinte paraísos, siete cielos, un par de purgatorios, nos hemos muerto ambos,de manera diferente.
2 de enero, 2016
Todo es tan cansado. El lunes al trabajo.
Seguimos armando piezas, "hacer la rutina: preparar la merienda sin siquiera tener hambre", rearmar el juego de ajedrez, un poco más solos, un poco más viejos, esperando lo que aún falta por venir...
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Gracias y adiós
q.e.p.d después de 85 años 10 meses 3 días.
2 comentarios:
Vaya, lo siento.
Todos pasaremos por ahí.
Es cuestión de tiempo.
Lo sé Toro, gracias por sentirlo
Abrazo
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