Estos días han sido "secos" en mi escribir, pues no hacía falta ganas, solo no habían palabras. Supongo que un impase no cae mal aunque se proteste. Es así como me he dedicado a leer entre saltos, sueños y gripas bacterianas. Han sido ingeridos todos los periódicos nacionales, las revistas de análisis semanales, las financieras y de opinión, así como un libro.
Hace días les contaba que me habían regalado "Andamios" de Mario Benedetti. Supongo que algunos de ustedes lo han leído. Es una lectura que encuentro algo lenta, cargada de diálogos que sirven para dibujar personas, para contar sobre ese cambio nuestro y de la cotidianidad del entorno.
Confieso me han gustado esas imágenes que me llevaron a pensar en las cartas, el telégrafo al teléfono y al fax (era oneroso enviarlos y el papel se decoloraba con los días) A eso se suma la "suave" tristeza (si esta puede ser así) del libro, de las relaciones, de las personas.
Quisiera decirles que lo leyeran sino lo conocen, pero titubeo, porque de alguna forma hay una melancolía reconocida. En fin, mejor les dejo una parte de uno de los poemas que hay mezclados en algún lugar del libro
"Cada día lo veo con mayor nitidez:
mi cuerpo, este cuerpo, es lo único mío,
mi casa solariega, mi propiedad antigua.
Qué pobreza, qué lujo
de futura ceniza.
Viajo por él sin guía y sin resguardo
y como en un safari recorro sus penurias,
sus abras y archipiélagos,
sus redes varicosas,
sus manchas y ruturas,
sus rótulas tarpeyas,
y hasta las cicatrices, ese agüero
del mañana que acecha.
No hay duda que mi cuerpo es lo único mío,
mi testamento ológrafo,
mi convincente nada, mi destino,
pero también mi dulce
memoria de rocío.
Estiro con la yema
de mi pulgar villano
las costuras del tiempo,
pero no bien la quito
renacen y se afirman
todos sus amuletos.
La cabeza candela no existe como faro.
Es la que atiende y juzga,
la que asimila y sueña
la que se subordina
y a veces se subleva,
la que espera el regalo
de otro cuerpo a la espera
la que organiza tactos
y visiones y yugos
y resume en su piel
el pellejo del mundo.
Pese a todo mi cuerpo
es lo único mío,
mi propiedad antigua.
Qué pobreza, qué lujo
de futura ceniza."