Yo aún no me enteraba, al decir verdad no había escuchado nada. Yo que jamás podría darme por aludida, al poner el segundo pie de la acera hacia la calle, sentí el mal paso e hice un intento de caer. Fue así como me desperté en un golpe del supor de ese malsano día y me enteré que me estabas engañando. Hasta allí me di cuenta.
Acto seguido, entré al circo por estupidez y creyencería.
La vida es un circo sin dueño (ilustración de Michael Hussar)
2 comentarios:
Entrar al circo puede ser bueno, cualquiera sea el motivo por el cual entramos...
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