Hay pocas cosas a las que retorno tan sedienta como a la literatura, o los sitios lejos de la gente, la música, la cama con sueño o el azúcar cada ciertos días. Hoy regresé a Jorge Debravo, por múltiples motivos, no hablaré de ellos, no diré que tiene que ver que son 18 meses (madura edad), ni el equivalente a tres embarazos o bien la matusalénica edad de más de mil años de escritos, ni que es uno de los primeros que te mostré o que leí para vos. No hablaré de ninguna de estas tonterías nuestras. Es Debravo, porque no podría ser otro más en este martes.
Cuando estemos de nuevo con nosotros
"Cuando estemos de nuevo con nosotros
contándonos los gestos,
cuando estemos hablando de las gentes
a quienes más queremos,
quédate, por favor, mirando el surco
que dejan tus dos ojos en mis huesos.
Y dame lo que puedas de tu alma,
lo que no necesites de tu afecto,
lo que logres sacar sin sacrificio
de tu casa de sueños.
Yo tomaré, de fiesta, lo que quieras,
aunque sea el milagrillo más pequeño.
No es que yo sea mendigo,
es que cualquier amor es amor bueno."