Aplausos dirán ciertas personas por el reavivamiento de las "normas de aseo y urbanidad", que si estornudar mirando al costado tapándose la boca, que si restregarse bien las manos, uñas y cuanta suciedad, que si el pañuelito y el beso sin saliva, que si es incorrecto hurgarse la nariz o compartir la misma cuchara.
No damas y caballeros, esto no es acerca de un nuevo virus, enfermedad o situación económica, es un boicot al contacto. Un cambio de papeles donde todos le tenemos miedo a todos y solamente algunos se verán beneficiados.
Lo cierto es que, pasar de la higiene personal la cual debería existir permanentemente, a todo lo demás: llámese suspender reuniones mundiales, encerrar personas en hoteles, sospechar de cuanto foráneo mexicano o de visita en ese país estuvo, o temer a cuanto dolor de huesos, articulaciones y demás partes del esqueleto, son dos dimensiones diferentes.
Es el temor a lo desconocido, es así como más de 6 billones de habitantes le temen a "eso"y eso aún no sabemos cómo se llama, todos los días cambia de nombre, muta, evoluciona, "mata a alguien nuevo" , porque sí le tememos al eso que es visible pero no al eso silencioso.
De acuerdo, usaremos mejores medidas hasta en el autobús, pero me niego usar el tapabocas que no me deje hablar de lo que debemos tratar o que nos obligue a abordar el remolino de la sicosis colectiva.
Hace unos cinco días que no me siento en la silla del sitio este donde escribo, quizá esté relacionado con que estoy llevando un curso corto que se está comiendo lo poco que me queda de actividad cerebral. Podría ser, que también quería escribir un poco sobre la vida del mundo mundial, quizá pienso que puedo opinar sobre esto debido a mi formación. En otro momento tuve un intento de escribir sobre uno de mis poetas favoritos (a veces dicen que el poeta de las niñas rosa) quién enfermo en el hospital se encuentra, sí el Benedetti.
Tres cosas me detuvieron hasta ahora: el blog en sí mismo; la desgana de hablar de la neurosis (sin despreciar lo que hay allá afuera) sobre todo lo pandémico desde las vacas locas, a las fiebres avinas y porcinas, el virus silencioso aún por descubrir, la riqueza desmedida de las farmacéuticas con el lucro sin estómago acerca de la salud, sin dejar el desastre ambiental que pudiese significar y, finalmente el disco que recientemente adquirí: Carmina Burana.
Goliardo, del francés antiguo gouliard, llámese clérigo de vida licenciosa, gente del demonio, vagabundo, estudiante pícaro, goloso e insaciable, pero más allá de su forma de vida, lo que más interesa de estos, es su afición a la literatura.
Poesía satírica en latín, poesía de descontento, crítica a la iglesia, a la sociedad establecida, al poder, ¿por qué no elogiar el vino, la taberna, el juego, las mujeres y el amor? Es así como de la colección de cantos goliardos quizá reconozcamos mejor “O Fortuna Imperatrix Mundi”, de lo que hay en el youtube la interpretación de “UC Davis Symphony, the University Chorus and Alumni Chorus and the Pacific Boychoir at the Mondavi Center” suena bastante bien (ojo habrá que recordar mis malos oídos, mi escucha fatal, así que no es bueno seguir crítica musical mía.)
Al parecer y como siempre, la historia está “hecha por muchos humanos” además de unos cuantos animales y otras especies, quizá por eso llevamos cada cierto tiempo un sabor ferroso en la boca de cosas ya vividas en la historia y que hoy son otra vez presente. Me hubiese gustado subir algo, sin embargo estoy teniendo reales problemas con la configuración del sitio. Un día de esto lo arreglaré, claro si sobrevivo a la gripe.
We are sailing, we are sailing, home again cross the sea (...) can you heard me?
Mi hermano tocaba guitarra, de una forma que yo no comprendía, solo veía como él miraba en dirección de unos símbolos negros que parecían enredaderas cortadas en fondo blanco. Bien cerraba los ojos y era como si leyera estas letras con los dedos. También dibujaba, tallaba madera, sembraba la tierra, reparaba las máquinas, cocinaba pero nunca como en el buen restaurante, donde trabajó. Comía puras golosinas y pocas cosas le sabían feo. Andaba ropa remendada cientos de veces. Tenía ataques de vanidad y se ejercitaba como loco, se preparaba mascarillas de limpieza facial junto a otros días que con costos se bañaba. Me enseñó abrazos, a no tirar las puertas, a bajar el volumen, a tener paciencia de la cual aún carezco. Alguna vez soñó con una familia que se quedó casi en sueño. Olvidé su risa. No su color, ni el sábado de desayuno. Tuvo un cerdo bebé por regalo de navidad cuando le robaron la bicicleta de carreras que compró, así como un auto, y una moto que lo mató. Quizá por eso no me gusta tanto el mes de abril. Quizá no es el espacio para colgar esto, pero ya está hecho. Así no es que duela menos, sino que me alejo más...
Ayer, podría decir que estaba con ganas de hacer lo del cacuy de Girondo, solo como la forma de poder sacar el extraño sabor de la semana, lo que esto signifique en mi cabeza. Miraba la tarde apagarse detrás de las montañas del suroeste, la veía desde mi ventana del sexto piso y me cayó encima cierta "sodade", o quizá solo fue el pretexto justo para buscar aEvora y que ella cantara nostalgia por mi.
Ya acaba abril, no es un mes que particularmente me guste, tiene su no se qué escondido, aunque fue hace un año que comenzó a caminar este blog, gracias a que alguien me empujó quizá sin darse cuenta, entonces comencé a asomarme por este lado. Quizá el mes no sea tan oscuro...
LLORAR A LÁGRIMA VIVA... "Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Una de mis queridas y cercanas, quien se brinca todos los días la distancia que implica estar al otro lado del atlántico o a este lado del pacífico donde las aguas cambian de nombre, me decía que si yo andaba buscando cosas nuevas para renovar el espacio, pues por qué no anotaba algo de fado.
Yo conozco de esta música tan poco, por no darme el asiento de decir "que nada". En estos lugares como el mio, quizá por lo joven de los días, las personas y los ambientes, es un poco difícil encontrar algunas cosas.
Digo encontar por el chance de cruzarte con gente conocedora del tema, porque aunque tenga tiempo no es tanto para navegar por todos los sitios de la virtualidad musical y sobretodo porque soy medio sorda, con lo cual casi podría llegar a un fracaso de gustos.
Esencial es la música para mi, aunque ahora no tanto como antes. En el pasado dormir, ducharse, comer, caminar descalza, llover, todo tenía y llevaba tonadas. Ahora no todas las melodías son recibidas y el silencio se hace más importante para mi (realmente estoy envejeciendo).
Intenté algo de fado, aunque estuve tentada por el día a dejar algo de blues de Cabo Verde, sí ya saben algo de la conocida y dolorosa pero vital de Cesaria Évora, será entonces para otro día.
Siempre es bueno descansar, ¿a poco y no nos viene bien a todos? Algodón de azúcar. Ducha tibia. Masaje en la espalda. Crema de lavanda en el cuerpo. Tarde de verano. Lirios inundando todo el lugar. El gato durmiendo. El perro también. Café recién preparado con cáscara de limón. Nada que pese en la cabeza. (no hoy) Los ojos cerrados. El viento apenas presente. Dejarse llevar. Mi música, ¿cuál?, cualquiera. Anuncios de noche joven. Ventana sin cortinas. Tranquilidad posible alrededor. Pasos conocidos. Deseo latente. Un poco de risas. El tiempo no cuenta. Volvamos a comenzar. Arrumacos: mirada cómplice, roce, trampa, ducha recién tomada, dejarse llevar, sin nada que agregar, tiempo de sobra...
Alguna vez ya no estaremos ninguno de nosotros, los que leemos, escribimos, lloramos, amamos, cometemos delitos. Somos en el ahora. El curso de la vida es así. Llámese a esto sabiduría, dureza, inescrutabilidad, naturaleza, normalidad.
A pesar de que no estaremos y ya ni siquiera recordaremos lo que no se puede recordar, porque no seguiremos más, porque el olvido es regla durante la vida y después de esta, habrá un momento, en dónde un solo movimiento dejará al descubierto quienes hemos sido, lo que hemos escrito, a quienes hemos llegado y perdido.
Entonces, quizá algunos nos considerarán afortunados y nosotros nos consideraremos hallados bajo un golpe de suerte. En medio del olvido seremos memoria nuevamente y por un tiempo más.
Para todos los mios, recordados y olvidados, para mis vivos y muertos, lo que quizá no llegará:
Lo que siento por ti
"Lo que siento por ti es tan difícil. No es de rosas abriéndose en el agua. Lo que siento por ti. Esto que rueda o se quiebra con tantos gestos tuyos o que con tus palabras despedazas y que luego incorporas en un gesto y me invade en las horas amarillas y me deja una dulce sed doblada. Lo que siento por ti, tan doloroso como pobre luz de estrellas que llega dolorida y fatigada. Lo que siento por ti, y que sin embargo anda tanto que a veces no te llega."
Idea Vilariño(uruguaya, generación del 45 con ahora 88 años y viviendo en un asilo de ancianos, según leí en el sindicato del mono degollado, quién diría que es de la generación del onetti y del benedetti...)
A veces vamos a media voz, a medio motor, a media máquina, con los dedos cruzados, preguntándonos si llegaremos o nos extraviaremos. Otras ocasiones aunque vamos a toda voz, todo motor, toda máquina, caminamos poco y allí tampoco sabremos si lograremos llegar. Recorremos con la mirada hacia abajo encontrando el cuerpo gastado y un tanto ajado, como si en el trajín hubiésemos perdido tanto, que la banca rota es evidente.
Hay momentos donde nos extraviamos, nos encontramos con ninguno o pocos recurso y no nos damos cuenta cómo, por qué, quién, cuando y dónde sucedió...
¿DÓNDE?
¿Me extravié en la fiebre? ¿Detrás de las sonrisas? ¿Entre los alfileres? ¿En la duda? ¿En el rezo? ¿En medio de la herrumbre? ¿Asomado a la angustia, al engaño, a lo verde?... No estaba junto al llanto, junto a lo despiadado, por encima del asco, adherido a la ausencia, mezclado a la ceniza, al horror, al delirio. No estaba con mi sombra, no estaba con mis gestos, más allá de las normas, más allá del misterio, en el fondo del sueño, del eco, del olvido. No estaba. ¡Estoy seguro! No estaba."Oliverio Girondo
"Je suis devenu photographe parce que je n'ai pas de mémoire. La photographie me permet de reconstituer les albums de famille que je n'ai jamais eus, dont les images manquantes sont devenues le moteur de mes recherches. Mes planches-contacts sont mon journal intime." Patrick Zachmann ( fotógrafo francés)
Hay ojos, manos, oídos, narices, cabezas y bocas que permiten como puente, la excusa de entrar en otros mundos a los cuales y por otra manera no tendrías tiquete alguno, quizá porque no sabes de su existencia, quizá porque llegaste tarde para poder ser parte, quizá porque aún no existen. Que disfruten...
"Perfil de una gran ciudadCaptamos esta imagen desde las alturas, a través de los ojos de un ave nocturna que vuela muy alto. En el amplio panorama, la ciudad parece un gigante ser vivo. O el conjunto de una multitud de corpúsculos entrelazados. Innumerables vasos sanguíneos se extienden hasta el último rincón de ese cuerpo imposible de definir, transportan sangre, renuevan sin descanso células. Envían información nueva y retiran información vieja. Envían consumo nuevo y retiran consumo viejo. Envían contradicciones nuevas y retiran contradicciones viejas. Al ritmo de las pulsaciones del corazón parpadea todo el cuerpo, se inflama de fiebre, bulle. La medianoche se acerca y, una vez superado el momento de la máxima actividad, el metabolismo basal sigue, sin flaquear, a fin de mantener el cuerpo con vida. Suyo es el zumbido que emite la ciudad en un bajo sostenido. Un zumbido sin vicisitudes, monótono, aunque lleno de presentimientos." After dark,Haruki Murakami.
Con nosotros -la humanidad- a veces el tiempo parece no transcurrir. Sin temor de convocar la espiral de la repetición, es obvio decir que la historia cuenta con hechos tan similares multiplicados en cientos de escenarios a lo largo de su transcurso; que quizá por eso, cuando leemos o hayamos a unos y otros tenemos cierto sabor de "ya vivido", de reconocido, de aún no aprendido.
Sorpresivamente, sin pensar, como cuando me tropiezo fuerte y pierdo el equilibrio -cosa que sucedió fatídicamente uno de estos días-, me topé con dos personajes, los cuales andaba buscando desde hace rato - he de dar gracias a la red en este caso-, uno un poeta, el otro un ilustrador.
Un bocado de ambos, un deseo: que lo disfruten...
"Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan solo lo que he visto. Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, y que el miedo del hombre... ha inventado todos los cuentos. Yo no sé muchas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos... y sé todos los cuentos."León Felipe
Yo que estoy al borde por 11 meses de lluvia. Dando las gracias por semana justa de maravilloso sol, el que sí parecía de estación seca, tengo que comunicar que llueve hoy.
Esta noche si parece de trópico: húmeda, cargada, sudada, tensa en el ambiente, deseosa de que la bañen un poco, con aire denso, calor que no merma, mosquitos, olor mezclado. Así que sin saber dónde es mi lugar, digo si entre la lluvia o la sequedad, debo decir bienvenida. Me estoy dando cuenta de que debido a eso, pronto me iré a la cama, en donde seremos esta y yo, no más medidas de distancia o protección.
Dormir a pierna tendida, dejar que el descanso no tenga horario para el trabajo y abandonar todo, cada cosa, detalle, esperanza, ganas, temor, el profundo cansancio, abdicar y solo dormir.
Cuando uno aborda un autobús o un tren, entra por una puerta de alguna microcomunidad. A mi me gusta sentarme atrás, pues puedo ver quien entra o sale, además "mi asiento" es justo donde se encuentran las llantas debajo, así que los compensadores ayudan a no sentir tanto golpeteo de la carretera carpeteada y recarpeteada como una sábana armada de retazos.
La noche de hoy estaba algo aburrida, "todos" andaban preocupados por el partido de fútbol. Huele a lixiviados.
El señor del asiento tercero come una mandarina (olor demasiado intenso para mi). Una niña de bien quizá con 30 años encima, vestida elegantemente. Una chica cerca de los 20 con un cutis de porcelana y ropas de oficina (generalmente le veo a ciertas horas). El indigente que logró subirse (él también tiene dinero suficiente para el pasaje, bien) se transforma y en una esquina mezcla el alcohol barato de la botella roja con jugo (tomo de esa aguardiente también) y bebe, luego abre una paquete con embutidos y come (lo se porque está diagonal a mi) En el asiento de la par un chico con pinta universitaria (ustedes saben joven no adolescente, algo hippie con un pin del "che") escuchando música.
Los asientos de la mitad del autobús hacia atrás con graffitis pequeños hechos con marcador que dibujan nombres o consignas. Dos asientos son los que quedan para el final. Escucho un cabrón, alguien salta fuera del autobús, el chico hippie se va "espantado" corriendo detrás igualmente saltando a la calle.
Resumen: fue asaltado en solo unos segundos. No parece haberse dado cuenta ninguno de los pasajeros, corrijo: el asaltado, una pareja en la última fila del autobús y el asaltante sí se dieron por enterados.
Hace unas noches atrás fue una gorra, anteriormente un bolsito, las ventas "autobuseras" han aumentado, los que piden dinero por su salud, por su casa, por su vida, las noticias de asaltos, heridos, chocados y muertos aparecen por doquier. A veces pienso que este micromundo se está volviendo algo "peligroso" ¿dónde no lo es?, mientras tanto quizá deba moverme unos asientos más adelante.
Estos días de sol son medicinales, sobretodo si son intensos en luz y calor, viniendo acompañados de un poco de brisa. Quizá sea por la vitamina D, o porque además se respira ese aire seco que permite llenar bien los bronquios durante el tiempo en que las cosas se mecen levemente, incluyendo las cometas.
Estoy tirada en la cama, con poca ropa, las cortinas abiertas de par en par, casi las dos de la tarde en el reloj, los ojos cerrados, quizá algo dormida, el viento empuja de allá hacia acá al guindajo cerca de mi ventana, mismo que lleva todo el día musicalizando, y eso, tranquiliza de alguna manera.
Venía por la calle lamiendo mis patas como gato. No los bigotes por las entrañas llenas de buena comida, sino porque quizá fue el borde de uno de esos días donde un solo movimiento hace cuestionarte de todo, poner en la mesa de frente muchas cosas revueltas y encontrarte ante decisiones próximas a ser rotundas.
Me detuve entonces en una panadería, la que no suelo visitar con excepción de algunos sábados si paso cerca. Ordené lo pensado: tres bizcochos y dos galletas, no más. Pagué a la cajera. Regresé donde había solicitado las cosas y el chico, joven, desaliñado para una panadería -según yo-, risueño y distraído me dio cuatro bizcochos y cuatro galletas.
Al principio creí que había contado mal y luego al ver las galletas le dije -Pero si me estás dando más- Me guiñó el ojo y dijo -queremos irnos a casa y así se vende más rápido-. Se sonrió, extendió la bolsa y dijo acéptelas. No me pregunté si era correcto o no, sonreí, acepté las cosas y me fui.
Puse un pie en la calle y saltaron tres imágenes: una situación similar en la patagonia argentina, una panadería a medianoche donde un muchacho me dio un churro a pesar de que no me alcanzaba para pagarle; segundo me sentí regalada y tercero me dio ganas de devolverle el gesto a la siguiente persona que encontrara.
Me dolían las rodillas ciertamente - las caídas raspan- también el resto de la existencia. Sin embargo, debo reconocer que algo cambió.
Hay pocas cosas a las que retorno tan sedienta como a la literatura, o los sitios lejos de la gente, la música, la cama con sueño o el azúcar cada ciertos días. Hoy regresé a Jorge Debravo, por múltiples motivos, no hablaré de ellos, no diré que tiene que ver que son 18 meses (madura edad), ni el equivalente a tres embarazos o bien la matusalénica edad de más de mil años de escritos, ni que es uno de los primeros que te mostré o que leí para vos. No hablaré de ninguna de estas tonterías nuestras. Es Debravo, porque no podría ser otro más en este martes.
Cuando estemos de nuevo con nosotros
"Cuando estemos de nuevo con nosotros contándonos los gestos, cuando estemos hablando de las gentes a quienes más queremos, quédate, por favor, mirando el surco que dejan tus dos ojos en mis huesos.
Y dame lo que puedas de tu alma, lo que no necesites de tu afecto, lo que logres sacar sin sacrificio de tu casa de sueños.
Yo tomaré, de fiesta, lo que quieras, aunque sea el milagrillo más pequeño. No es que yo sea mendigo, es que cualquier amor es amor bueno."