Tuve mis cinco segundos de riqueza. Acabo de regresar de Europa y no lo digo por más, sino porque justo tres días después recibí un correo en el que daban un número de tiquete de pago - oops-, cosa curiosa en ese momento estaba ordenando mis finanzas y sí tenía números de tiquete. Mi cerebro y yo, es decir ambos pensamos haber leído un número similar al del mensaje y además recórcholis iba coincidiendo con lo que tenía en la mano.
A pesar de que conozco las historias del spam, en algún rincón mío se escondió la esperanza de que aunque no fuera jugadora, aunque este fuera año par en mi calendario personal -es decir de mala suerte-, me hubiese ganado un dinero. Tuve fe en que la suerte hubiese hecho trabajo silencioso como la muerte o la vida y finalmente sonriera de forma descarada para mi. Sí ya saben el desenlace, una mentira completa parte del eterno fraude de la red.
Hablando de esas tierra y considerando que no es la primera vez por esos lares, en esta ocasión me ha acompañado el disgusto, no lo traía conmigo, me lo fueron endosando despacito, yo por supuesto me dejé y ojo, no es asunto de mi ánimo o de mi condición cualquiera. Quizá lo atribuyo a que semejante tierra que lleva nombre de mujer me ha quitado amigos, me ha dejado botada, me ha engañado con su lotería, me ha atrapado con sus controladores españoles y como ando algo victimista, he comenzado a pensar que no tiene espacio ni para mis visitas. Ah bueno, se me olvidó decir que me surraron algo así como sudaka en la calle. Uff y vale que "soy blanquita, alta y se dar las gracias"