¿A quien de nosotros no le ha sucedido que lo que trató de decir de manera verbal o escrita, fue interpretado diametralmente diferente? ¿Qué pasa cuando le agregas gestos, forma, olor?
¿Acaso no es una maravilla el poder de la palabra?, lo que nos mueve, conmueve y provoca, sin importar el tiempo que transcurra. No me refiero a un cuento, una novela, un ensayo, una poesía, un discurso, una interpretación histórica.
Hablo de la construcción que hacemos las personas cada día, de esa mezcla de espacio, imágen, cercanía, voz. Pareciera que todo se prende o desprende de color en ese proceso, que cada cosa que pudo haber sido dicha o repetida antes se vuelve única en ese momento.
Es el espacio entre tu cuerpo y el mio, es el gesto en la cama, lo último en la despedida, lo primero después de haber pisado fuera del auto para marcharte, es lo segundo que piensas y dices al salir del baño, lo que escribiste en un correo para con quien trabajas y apenas conoces.
El poder de la palabra, lo que calma el alma como una canción de cuna, o un somnífero después de la batalla. Lo que te alborota la sien y te explota las tripas. Lo que te persigue por las escaleras. Las conversaciones en el ascensor del trabajo. La mano en el hombro, la sonrisa desacomodada.
Lo que te asusta en el semáforo al escuchar otro que te saca de tu soledad, lo que te sobresalta y gira acelerando el corazón. Lo que masticas en el craneo y que no sale de los labios. Lo que se florece con los ojos, lo que sientes al teclear, lo que borraste y tiraste pero alguien más atrapó.
¿Has probado ponerle atención al poder de tus palabras?
¿Acaso no es una maravilla el poder de la palabra?, lo que nos mueve, conmueve y provoca, sin importar el tiempo que transcurra. No me refiero a un cuento, una novela, un ensayo, una poesía, un discurso, una interpretación histórica.
Hablo de la construcción que hacemos las personas cada día, de esa mezcla de espacio, imágen, cercanía, voz. Pareciera que todo se prende o desprende de color en ese proceso, que cada cosa que pudo haber sido dicha o repetida antes se vuelve única en ese momento.
Es el espacio entre tu cuerpo y el mio, es el gesto en la cama, lo último en la despedida, lo primero después de haber pisado fuera del auto para marcharte, es lo segundo que piensas y dices al salir del baño, lo que escribiste en un correo para con quien trabajas y apenas conoces.
El poder de la palabra, lo que calma el alma como una canción de cuna, o un somnífero después de la batalla. Lo que te alborota la sien y te explota las tripas. Lo que te persigue por las escaleras. Las conversaciones en el ascensor del trabajo. La mano en el hombro, la sonrisa desacomodada.
Lo que te asusta en el semáforo al escuchar otro que te saca de tu soledad, lo que te sobresalta y gira acelerando el corazón. Lo que masticas en el craneo y que no sale de los labios. Lo que se florece con los ojos, lo que sientes al teclear, lo que borraste y tiraste pero alguien más atrapó.
¿Has probado ponerle atención al poder de tus palabras?