Yo nunca podría escribir una novela, quizá atreverme a hilar cuentos pero muy cortos de tres párrafos tal vez y a bordar una que otra imitación de poesía.
Puede que sea mi personalidad, la limitada imaginación o la real imposibilidad de poder llevar el hilo conductor de algo más allá de dos páginas, lo cual me empuja a tal afirmación.
No es que escriba poesía o ensayo con buentino, sino con algún grado de suerte he logrado pensar que podría escribir algo o hasta afirmar que soy escuchada.
El comentario anterior, no significa que haya escrito ensayo algún; lo más extenso: mi tesis de grado por un total de 467 páginas, anexos, glosario y muchas noches de desvelo, más los años de intensa lucha para aprender a agrandar el tamaño de la letra, reducir los márgenes de la hoja, y todo eso. ¿Por qué tantas páginas? Ni yo lo se...
Si bien es cierto, alguna vez alguien dijo que un libro se escribe cuantas veces es leído y que este se escribe cada vez que es leído. Yo no poseo aún la habilidad o el "don" (esto es para los más esotéricos) de tomar una mano -la de cualquier persona- y llevarla a lo largo de un trayecto, solo con las líneas de una historia.
Afirmaría que tengo algunos dotes en mi haber: soy fantasiosa, divago mucho, puedo dormir hasta tarde y acostarme aún más tarde, no tengo tan mala caligrafía y sí una ortografía mejorable (hasta Borges lo reconoció, pero claro este sujeto es un indiscutible), tengo algo de vista nublada, leo de todo un poco, conozco algunas redes sociales, tengo algo de aprendiz de historia. Aún así no es suficiente.
¿Por qué toda esta perolata? Sería porque por estos días estaba desempolvando mis libros, acomodando unos nuevos, notando lo mucho que aún me falta por leer, quedando boquiabierta de los cientos de espacios literarios, inicios de poesía, ganas de decir las cosas hay por allá afuera. Reordenando algunos de mis escritores favoritos, incorporando algunos nuevos, que si Remarque, que si la Belli, que si el Fuentes o el Galeano, que si la Rossi, el Girondo, el Benedetti, el González, el Kundera o el Sánchez, si el Zonta o la Reyes y bueno todo ese polvo, moho y horas hacen que una se pregunte y ¿cómo demonios abrí un blog?
Ah sí, porque tengo nombre de fantasía, hay personas que me hacen pensar que creen en mi, tengo un correo algo cursi e irónico, el sitio es gratuito, la cuenta de Internet permanente y además llevo por dentro suficientes ganas de vida.
"mi patria puede tener un nombre (...) muchos nombres lleva mi patria personal, y aunque mi patria pudiese ser algo llamado humanidad.
ahora mi patria está poblada de manera diferente, está habitada por esas vidas que llevo a cuestas, por los espacios propios de los años y la experiencia.
mi patria responde a una geografía humana, se activa potente, se abre, se crea, se construye rica y diferente aunque parezca siempre la misma.
la adrenalina agolpa más fuerte mis órganos, mis órganos se abocan de manera intensa, los olores vibran, los sabores se expanden, los ojos felinos, las manos no se agotan, la piel se recompone, los sonidos se intensifican, las voces se suavizan, la fuerza se concentra, todo es cómplice (quiero vivir mil años...)
estoy de vuelta con una esperanza abrumadora, con un arrabal de sentimientos, con un torbellino de fuerza.
estoy aquí frente a vos, con mi peor y mi mejor historia de vida; estoy aquí frente a vos, con las manos abiertas, la respiración profunda, estoy aquí quedándome con vos."
Hay oficios que desaparecen con el avance del calendario -así como los vivos-. Podría ser que no estén por su carácter artesanal o el de los vientos de cambio.
-vendedor del carrito de helados con campanas sonoras.
-zapatero de puesto con una sola ventana, puerta y mostrador.
-pulpero con pulpería, banca a la salida y frasco de vidrio relleno de duros caramelos.
-afilador a domicilio de cuchillos y tijeras -sin segunda intensión-
-agricultor parcelero de su pequeño "reino"
-plañideras y rezadoras comensales de todos los funerales, misas, novenarios y acciones de recordatorio.
-reparador de cuanto electrodoméstico con mil años de uso, sin garantía y del cual no nos vamos a deshacer.
-tortillera, fabricante de tortillas palmedas o con prensilla envueltas en hojas de plátano.
Asumo que animándonos más, podríamos encontrar otros habitantes idos... ¿Intentamos?
Necesito el sol para que dore los mandarinos de cáscara gruesa frente a mi ventana; para que los granos de café que se suponen deben estar listos entre noviembre y febrero, no lleguen a marzo y abril; para que reviente de rojo la sandía; para que salga de mis pulmones el polvo verdoso del moho; para que se descascaren las placas pesadas pegadas a mi espalda.
Necesito el sol como esa dosis que luego de los meses permite que ame con desesperación la lluvia; para que me cobije en medio del espacio abierto y solitario; para que caliente la arena por donde pisar es vida.
Necesito la luz y el calor como sustituto y complemento.
Cuba tuvo una revolución que para bien o para mal le ha tenido conectada y aislada unos tiempos más que otros, desde hace 50 años y Costa Rica para bien o para mal tuvo su segunda república desde hace 60 años atrás.
En ambos casos sus situaciones fueron producto de combates armados por sorpresa y en principio por una lucha por justicia social y política, hablo de un período de ruptura, un período donde el partido comunista jugó un papel clave.
Los sistemas políticos de ambos países harto conocidos, uno dícese contar con las restricciones "más particulares" que pueda tener un país, y el otro "es tan libre" como sus leyes le permitan ser. Es tan relativo en ambos casos y tan inconcluso en los mismos países. Lo cierto es que son diferentes, sin embargo, en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) Cuba se ubica en el puesto 50 y Costa Rica en el 51.
El IDH es una medida comparativa de la esperanza de vida, el alfabetismo, la educación y los niveles de vida para los países de todo el mundo, es una unidad estándar para medir la calidad de vida y estos dos países se encuentran en el "ranking" de alto desarrollo humano.
Por estos días he entrado al blog de Yoani Sánchez, -la cubana que regresó a su país y quien tiene un sitio que merece ser leído, además de premiado y tremendamente visitado- he tomado nota de sus árboles navideños, sobre el costo de la leche, el tráfico de queso, leche y viandas el sobrevalor del CUC, de cómo el sistema quizá alfabetizó pero no permitió crecer.
Aquí o allá, se requiere abrir, construir, dinamitar espacios para aquellas personas frescas que están tratando de formar su pensamiento y de paso el de otros. Urgen nuevas maneras de abordar la vida, no solo desde los "antiguos pensantes y políticos", sino desde todas aquellas generaciones que han quedado "atrapadas" y "expuestas", despiertas y sin voto o bien sin mayor remedio que el espacio donde están. Quizá cómo nos sentimos algunos en ciertos momentos de la vida.
Los problemas si bien más profundos en unos sitios que en otros, no por eso dejan de ser comunes. El llevar pan a la mesa, el cómo llevarlo, la salud y el cómo no perderla, la casa, el espacio para dormir, el cobijo ante la interperie, el lobo y el agua; la violencia que asecha a la vuelta de la esquina, la bala "perdida" y el ajusticiamiento a la orden. Es que a todos (nosotros) los perros flacos o gordos siempre se nos pegan las pulgas. Es decir, no importa las latitudes, entre índices, políticas, soluciones y problemas parece que tenemos todo en común, lo que cambia es cuan "gordos estamos".
Diciembre con árboles de lazos rojos antes era sinónimo de "navidades" (antes, eso significa cuando yo era pequeña), ahora inicia desde octubre (sinónimo de inicio de navidades comerciales). Estas fechas son paso de tiempos, anuncio de algunas costumbres que gotean exíguas por lo cual parecieran más preciadas, tal como los tamales de cerdo y su versión pollo o las misas de Gallo -a las cuales nunca he ido- y posadas modernas con olor a antiguas. Algunas cenas y almuerzos navideños, rompope y salidas, revisiones de calendarios, dar gracias, llamaditas de última hora, volver a los conocidos abandonados. Descanso forzado en mi actual trabajo, lo agradezco también.
A mis sobrinos pequeños les gusta aún y de sobremanera el "arbolito" prendido de luces, adornos de colores y con suerte dulces. A mi me gusta el olor del ciprés vivo, fresco, verde dentro de la casa. No hay nieve, ni abrigos -como el blanco navideño esparcido por la televisión-. Vivo en el trópico maleado -es que ahora llueve en todo momento y antes el trópico significaba estación seca y estación lluviosa, sol intenso, agua inundadora, en fin-. El diciembre "tradicional" es de días soleados -anuncio de los meses siguientes-, el viento es intenso y las noches son frías como hielo por dentro -dirían los viejos míos-, con tardes de celajes en colores naranja, fresa, pastel paleta. Es así como con un poco fortuna o sin ella, la mayoría de los habitantes de la ciudad se van de vacaciones a la playa. Entonces la playa se llena de habitantes y terminas con "suerte" topándote a más gente conocida "en la lejanía vacional" que en el día a día citadino. Bueno, este país es de 51.000 metros cuadrados y casi 4.5 millones de habitantes, es pequeño y bastante mal distribuido, así que los sitios lejanos se vuelven multitudinales con solo estornudar.
Vivo en el occidente, me rijo por el calendario gregoriano, así que estos tiempos indican cierre y principio de año. Regalos a la medianoche del 24 amaneciendo 25 de diciembre, día de reyes del 6 amaneciendo el 7 de enero.
No puedo, ni voy a quitarle esa nostalgia continua, ese particular color que invade, es un tiempo particular, mi ciudad -la capital- se llena con luces de colores, es quizá para mi la única época del año en que la encuentro menos oscura, menos lavada, menos deslucida, raída y desteñida, más viva, con hormigas moviéndose de un sitio a otro y ya con eso me basta.
Por estos días pasó que gracias a la "divina" mano de un amigo, quién dejó caer en medio de las mías una copia del disco de Pedro Guerra y Ángel González; y por andar buceando en el Internet leyendo lo que otros colocan, encontré dos tamañas personas: Belén Reyes y Ángel González.
Ambos tienen su no se qué. Sin embargo, Ángel González ha tomado cual habitante, toda mi atención sobre él. Ha causado un revuelo que, hacía días no era provocado por la poesía y por eso, en medio del arrebato, cuelgo en este blog "algo" de su autoría.
MUERTE EN EL OLVIDO "Yo sé que existo porque tú me imaginas. Soy alto porque tú me crees alto, y limpio porque tú me miras con buenos ojos, con mirada limpia. Tu pensamiento me hace inteligente, y en tu sencilla ternura, yo soy también sencillo y bondadoso.
Pero si tú me olvidas quedaré muerto sin que nadie lo sepa. Verán viva mi carne, pero será otro hombre -oscuro, torpe, malo- el que habita..."
Al cumplir los setenta años me he impuesto la siguiente regla de vida: No fumar mientras duermo, no dejar de fumar mientras estoy despierto, y no fumar más de un solo tabaco a la vez. Mark Twain
Muerte lenta y con placer.Yo suelo usar esa frase de vez en cuando, generalmente si algo me gusta en demasía, si está más que bueno y no me hace tanto bien.
He de confesar que del tabaco me gusta, el olor dorado e intenso de cuando está sin quemar. Quizá sea porque soy hija de un fumador de décadas. Quizá porque tengo tantos a mi alrededor que fuman. Quizá porque yo alguna vez "lo humedecí entre mis labios".
No pienso que sea acerca de las más de 4000 sustancias del humo lo que me podría gustar, ni el famoso cianuro de hidrógeno, o el óxido de nitrógeno, el amoniaco o cuanta cosa se procuren inventarle y comprobarle.
Pienso que tiene que ver con la acción que puede conectarte, desconectarte o sumergirte por minutos (pocos, algunos al menos) con alguna parte de la realidad.
Me gusta el tabaco, lo he dicho; sin embargo lo que no me gusta es quedar cada cierto tiempo con el sabor de noticia adelantada, calma, de augurio, que en el juego de inhalar y exhalar el humo, alguna vez moriría ahogada, no porque finalmente me haya reconciliado con el mar, sino porque se me habrán desintegrados mis bolsas de aire cual arena oscura en un desierto.
"Secretamente vives tu vida en mí,
secretamente
andas en mi sangre, circulas por mi sueño y subes a lo alto de mi plena vigilia
desde donde de lejos
mi otra voz te nombra."
Isaac Felipe Azofeifa, de Canción, poema V
Un sostén de corazones con bordes fucsia.
26 centavos de dólar por un libro de 1981 de un poeta ya muerto.
Unos aretes de ámbar (contra la mala suerte).
Un pulpo que murió en olivo para que lo saboreara.
El primer café con leche del día.
Noticias, conversaciones, explicaciones.
Una resonancia de cabeza (confirmado: está casi hueca).
Un disco de jazz repetido durante toda la tarde.
Un viso de otro trabajo.
Dedos completos sobre el teclado.
Me duele dentro de la nariz.
Ya cierra el viernes yo lo dejo aquí o me deja sola.
Voy a buscarme unos dientes de león y a tirar nuevamente algunas esperanzas...
Buuuh, buuhhh, hacen los fantasmas. Se escuchan risas estridentes de las brujas pirujas. Cadenas suenan de las almas en pena. Lloran muertos perdidos. Ruedan cabezas sin dueño, todos miedos de infante en mi cajón revuelto debajo de la cama.
No es el día de brujas, ni tampoco de los muertos. Yo que no creo en fantasmas, requiero agua mágica para echarlos a la calle el día de hoy. No me importa si van de paseo a la casa de espantos, si frotan la lámpara y se regresan del camino de salida, pero no quiero que duerman conmigo o que se posen grises en las ventanas.
Sí hablo de mi día, de las noticias abiertas o de las que podrían venir. Puedo decir que me asusté realmente, cuando tocaron mi cotidiano día, me dijeron hola con una nueva sonrisa y de pronto extendieron su nota de dictamen revuelto de sospechas y sin mayor explicación.
Reconozco que en este caso es tiempo, método, prueba e instructivo lo que finalmente me sacará de cualquier miedo o de cualquier duda. Sin embargo, necesitaba gritarlo.
Esta noche, al igual a otras noches que vengo de regreso a casa después del trabajo o cualquier tontería, que hace que pueda tomar autobús antes de las 9:30pm, se sentó un hombre junto a mi. Poca fue la atención que le di, realmente venía entretenida entre una llamada telefónica y el periódico- ya que es dificultoso leer con poca luz y en movimiento, aunque me gusta así.-
He tratado de recordar como inició la conversación segunda, ya que la de arranque trataba sobre mi capacidad de leer en oscuridad, con cierta distancia y sin lentes. Seguidamente hablamos de su vida.
Comenzó diciendo "no hay salario para la familia", inmediatamente y sin saber por qué, comprendí. Ojo, no lo digo de manera poética, ni romántica de identificación instantánea.
Tiene el hombre de la gorra 25 años de trabajar en un sitio. El sabe que es peligroso, manipula químico, los cuales reconoce, le dañan la vista -sí así arrancó la conversación siguiente-
Aunque él sabe al igual que sus compañero, del daño a su salud, de allí los hijos enfermos, deformes y discapacitados. La empresa le provee casa, agua, salario y solo le cobra una mínima parte de luz.
El está claro que si sus compañeros y él se juntan, quizá podrían hacer algo, pero lo cierto era que la organización es grande, multimillonaria -comentaba- y ellos eran ignorantes. Así, cuando por ocasiones estaban descontentos los trabajadores, la empresa llevaba gente a dar discursos, cerrando todas las actividades con algún almuerzo -así se quedaban tranquilos.-
Este lunes, él pidió permiso por un día. Vino al hospital. Tenía que ver a su hermana, quien con 65 años, tiene cáncer de pulmón -lo común parece-. La operaron, aún así ya hizo metástasis. Contaba el hombre, que el médico le pronosticó un 10% de probabilidades de sobrevivencia, por lo cual le indicó a su familia "el cuñado", que fuera "preparando" la fosa, el ataúd y toda la cuestión mortuaria.
El hombre de gorra, con 25 años a cuestas en la plantación bananera, peón agrícola del Caribe de mi país, recibió una “regañada” de sus 3 hijas (las que son normales a diferencia de los hijos de sus compañeros), quienes le reprochaban que se había marchado con solo un día de permiso y ya llevaba dos más acuestas aquí con su hermana. Sin embargo, para él era justo quedarse lo que fuera para al menos ir todas las tardes de visita.
Era su hermana, no por eso hay salario que pague la familia. Parecerá estúpido y algo ingenuo –al menos así me siento yo-, pero corrió tanto por mi cabeza en una distancia de 11 kilómetros.
Cerré el periódico, guardé el teléfono, le miré a la cara, le escuché al inicio con interés histórico (atando cabos de lo que conocía de su zona) me sorprendí, de que pareciera que nada hubiese cambiado de la historia de los 30, 70, 90 del siglo de atrás. Me sentí avergonzada ante su propia postura de él. Quise ser confidente y casi darle una palmada.
Cerramos la conversación cuando se bajó del autobús 5 paradas antes de la mía.
Reitero, sonará extraño, confirmo: fue vivir sin más y de nuevo, lo leído en los periódicos, lo investigado en la universidad. Todo tenía sabor a "no cambio", a pequeño, lo diminutos que somos, la intrascendencia de las décadas o del "desarrollo", el sin movimiento del trajín, del corre y corre sin más.
Ahora: un poco de historia
La actividad bananera nació a raíz de la falta de recursos que sufría la última etapa de la construcción del ferrocarril al atlántico. Ante tal hecho y con capital estadounidense, Minor Keith, ingeniero director de la construcción, propone cultivar productos exportables en las áreas aledañas a las vías férreas; de esta forma el siete de febrero de 1880 zarpa de Puerto Limón, rumbo a Estados Unidos el primer cargamento de banano
El producto inicia una etapa de aceptación en el mercado internacional y para el año 1884 hay 35 fincas extendidas en unos 4.000 acres, con 570.000 cepas que producen cerca de 420.000 racimos. Otros inversionistas estadounidenses invierten (...) más de 800.000 acres y el ferrocarril es concedido por 99 años a Minor Keith como contraprestación por su arreglo financiero de la deuda inglesa.
Después de la crisis de la década de 1920 Costa Rica permaneció estancada prácticamente desde 1913 hasta 1926 (...) 1900 -1930 El muy bajo nivel de los salarios pagados, así como las condiciones laborales (...) permitieron una elevada tasa de plusvalía.
La situación en Limón comenzó a tornarse caótica antes de 1927. Crónica de un periodista: "...las calles de Limon son despilfarraderos... que hay cada sima que da horror, que existen en esas calles montazales y pantanos que constituyen la mayor amenza para la salubridad pública, por ser creadores de zancudos y mosquitos transmisores de malaria y otras enfermedades.
En términos generales para 1927 el 90% de la población económicamente activa de la provincia de Limón, no tenía acceso a la propiedad; solo el 8.8% dijeron ser propietarios y este porcentaje se empleó en actividades agrícolas propias.
En 1942 un grupo de "trabajadores organizados" de las plantaciones bananeras de la United Fruit Company en Costa Rica le escribieron al Presidente de la Repùblica y le pedía que interviniera la "situaciòn angustiosa" soportada por aquellos que trabajaban (...) en la irrigación del veneno spray, destinado a curar o preservar los bananales de la enfermedad denominada sigatoka... Nosotros, los trabajadores del Spray basados en la experiencia amarga de nuestro trabajo, decimos a usted que en nosotros es corriente el dolor de cabeza, tos de la noche y mal deojos, es decir, padecemos de la vista, del cerebro, y de los pulmones, estamos muy propensos a la tuberculosis."
Muchos después de su sustitución por tecnologías más modernas, el programa de control manual de la sigatoka de la United Fruit sigió siendo, de acuerdo a uno de los principales fitopatologistas "el proyecto más grande de atomización jamás llevado a cabo en el mundo."
En Costa Rica, entre todas las actividades agrícolas, el cultivo del banano es el que utiliza mayores cantidades de agroquímicos. En promedio, en las plantaciones bananeras se aplican hasta 44kg de sustancia activa por hectárea por año. En 1987, el cultivo de banano consumiò el 35% de las importaciones de plaguicidas del país (von DUszeln 1988; Thrupp, 1988)
La incidencia de intoxicaciones laborales con plaguicidas en la provincia de Limón (la principal productora de banano para exportación) respecto al resto del país es de un 77%. La incidencia de intoxicaciones laborales en el cultivo del banano fue de 59.9% y 63.9% en 1995 y 1996, respectivamente, con respecto a los otros cultivos agrícolas en Costa Rica.)
Las áreas de mayor producción bananera, que abarcan la Región Atlántica y el cantón de Sarapiquí, en la Región Huetar Norte, presentan, la mayor incidencia de intoxicaciones por plaguicidas en Costa Rica: 63 de cada 1.000 trabajadores bananeros presentan problemas.
En el país, para 1990, el 75 y 78% de los trabajadores intoxicados correspondían a trabajadores de campo en Limón y Guápiles, respectivamente. De esos porcentajes, el 25 y 20% eran trabajadoras de las plantaciones empacadoras. El 17% de las denuncias correspondian a mujeres incluidas mujeres embarazadas. Debido a la alta incidencia en las intoxicaciones se ha determinado que las mujeres tienen más problemas en las plantas empacadoras (79%), mientras que los hombres presentan más accidentes durante la aplicación de la plaguicidas (62%) (Vergara, 1991)
La tasa calculada de intoxicaciones laborales en la actividad bananera es de 6,4% de trabajadores agrícolas bananeros con denuncias por intoxicaciones con plaguicidas por año, cifra que representa más de un 100% de diferencia con respecto al 3% de intoxicaciones en los trabajadores agrícolas de los países en desarrollo (WHO/UNEP, 1990).
Con respecto a las intoxicanciones crónicas y efectos a largo plazo, el caso de mayor conocimiento y de gran alarma ha sido el de la esterilización de más de 20 mil trabajadores de las zonas bananeras de Costa Rica, expuestos al DBCP en los años setenta (Ramírez y Ramírez, 1980; Thrupp, 1191)
Facio Brenes, Rodrigo. Estudio sobre Economía Costarricense.
Viales Hurtado, Rony José. Después del enclave 1927-1950
Marquart, Steve. Pesticidas, pericos y sindicatos en la industria bananera costarricense, 1938-1962
Amador Marvin y Yamileth Astorga. Banano que envenena. Foro Emaús
Es un blog como muchos que uno descubre cuando se convierte en blognauta. En principio no es un sitio tan distinto a otros escritos por cualquier persona. -Hay tanto allá afuera que es dicho y que no alcanza el tiempo para escuchar,- a mi me gusta visitarlo a veces.
Cuando me "colo" en uno de los espacios construidos de manera similar a este, entre otros sentimientos encuentro algún viso de identificación. Me invade un tanto el pensamiento de ¿por qué demonios sigo escribiendo?, si los otros lo hacen genial. Llega la sorpresa de este mar de gente en la vida cotidiana virtual. Me dan ganas de seguir buscando, cansancio de tanto que hay allí. Resumo, también se ha convertido en oficio esto de ser buceadora de la red.
Entonces, me declaro culpable de hurto lo que anoto y ato al asta de mi espacio, porque yo también he sentido así, aunque las palabras no son las de mi autoría:
... Vista cansada... (o ya no te veo, o"hipermetroastigmatismo visual")
"Existen dos motivos principales por los que soy capaz de temblar: porque tengo mucho frío o porque pienso en el día en que me dijiste que no me ibas a olvidar. De entre estos dos motivos, cíclicamente tiemblo de frío pero ya casi nunca pienso en si me has olvidado. El olvido es un abrazo y un puñal. Es como querer y perdonar a la vez. Es como dolerte. Supongo que por eso prefiero no pensar en él.
Cuando duermo procuro no soñar con cosas extrañas como que puedo volar, o que hacemos el amor, porque sé que luego cuando despierte voy a echarte mucho de menos. Pero yo ya no mando en mis sueños. Lo procuro pero no lo consigo. En mis sueños follamos y volamos. Existimos.
Te quiero dar las gracias por cualquiera de las veces en las que has estado en mis sueños, aunque no te haya avisado o lo haya hecho con poco tiempo.
Porque eres, cuando estás, cuando te pienso, cuando te quiero y cuando me existes, como aquellas bolitas de luz que brillan en los cielos de noche y que algunos piensan que son estrellas, pero que en verdad somos tú y yo antes de volver a nacer.
Supongo que te quiero, porque sigues haciendo que todo esto sea misterioso y especial."
En mi barrio al igual que en todos los vecindarios, hay un loco, una de esas personas que deambulan por las calles, confundiéndose con vagabundos o mendigos. Algunas veces anda descalzo otras tantas abrigado, con el cabello perfectamente recortado -los días de mejor estado- y prendidos los ojos de loco permanente.
Algo agresivo, esa es la afirmación de las casas que le conocen la locura. Sin embargo, no sé de nadie que haya sido golpeado o maltratado por él. Todo se resume a "palabritas-palabrotas", tirar cosas o pedir tabaco y, en sus épocas de "peores crisis", solo camina por días, a veces con un libro entre las manos, o guturando palabras cual rezo, recoge basura, o se sienta a la entrada de una casa del vecindario mirando hacia la calle, lo que nosotros no podemos ver.
No es la clase de persona que pierde tornillos, engranajes y resortes con los años; "siempre" ha llevado semejante envestidura, desde joven fue así, de hecho no conozco la historia, no la he preguntado. Tampoco le miro a los ojos, pues es una provocación, no le cruzo palabra, no asisto a ningún espacio que él vaya, no hemos comido juntos, pero me es tan familiar, casi diría que le tengo algún afecto, podría ser porque me significa parte de la vida que se ha construido en este sitio.
Ayer, estaba sentado en las gradas de una de las casas de la “cuesta”, pasaba yo por ahí cuando una mujer le gritó que se fuera a su casa, a lo que él contestó, sí ya sé pronto me iré.
Hoy llueve a cantaros, me pregunto dónde estará sentado.
En medio de la pradera urbana, tapizada de adoquines, huecos, alcantarillas un tanto descubiertas y alguna que otra venta ambulante, estoy. Aquí donde me dejaste, donde decidí quedarme por unos minutos, con la impresión de haberme perdido y esperando a que alguien me encuentre.
No hay desánimo, ni ganas de abdicación, solo estoy cansada y por mucho. Con las venas algo rotas ya que por los fríos de la noche, el laboratorista no encontraba camino y decidió picarme como una fresa o como un recuerdo de un cristo.
Ha llovido mucho estos días, demasiado puedo decir, lo que ha inundado casas, escuelas, pueblos, plantaciones, gente y vida, deslizamientos, pérdidas, fríos y piedras han competido en las noticias de primera plana.
Ya es viernes, hora de ir a cualquier cosa. Desconectar por horas, por minutos, e inclusive las manecillas del reloj. Estoy lista para que comience el sol. Quiero una semana algo diferente, podría ser una de esas con cafés, tertulia, horas para deshojar y cosillas así.
"A veces miro a la pared y veo manchas, y esas manchas me recuerdan a manchas en tu piel, y tu piel me recuerda a pequeños momentos de felicidad, como mirarte a los ojos y no decirte nada, porque tú ya lo sabes (...) Y termino pensando en tu piel y en mis ganas de ensuciarlo todo.
Otras veces te veo mirar por la ventana buscando un mundo mejor en el que acolcharnos, a pesar de todos mis temores relativos a los mundos mejores y a las palabras que contienen la "hache". Pero si te veo mirar en mi ventana, puedo decir muy alto cucaracha, chocolate y pacharán y me siento tremendamente a salvo. Tremendamente contigo." Baba sule
Hay días que me encantaría decirte “exíliate conmigo”. No sé que significa, pero hagámoslo. Quizá podamos en otro mundo vivir sin tanta prisa, bastando así solo un paso, -aunque reconozco que el vértigo y el castigo son grandes.
Podría ser que se pueda aparecer en otra tierra, con pretexto de cualquier noticia y pensando en una forma de mirar. Y sin embargo, sé que es difícil amanecer en otras venas con poca explicación, pretendiendo que sin memoria, sin pasado y sin temor.
Pero no te asustes si dicen por ahí que han visto profunda ensoñación, porque solo juego a escribir historietas, tal como imaginar Marte con un poco de población; a montar un minibar o un restaurante de manzana, pan y quesos, yo por las noches podría servir las mesas sin techo o bien inventar sabores de helados.
Por lo tanto, no hay que dejarse llevar por tales libros, noticias, chismes, folios y escritos. Si bien es cierto salgo sin cabeza a veces, deliro por las esquinas y escribo semejantes cosas, nunca salgo por allí sin el corazón y con lo que implica.