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diciembre 17, 2010

Despedidas dobles: parte III y final, risibles


Tuve mis cinco segundos de riqueza. Acabo de regresar de Europa y no lo digo por más, sino porque justo tres días después recibí un correo en el que daban un número de tiquete de pago - oops-, cosa curiosa en ese momento estaba ordenando mis finanzas y sí tenía números de tiquete. Mi cerebro y yo, es decir ambos pensamos haber leído un número similar al del mensaje y además recórcholis iba coincidiendo con lo que tenía en la mano. 

A pesar de que conozco las historias del spam, en algún rincón mío se escondió la esperanza de que aunque no fuera jugadora, aunque este fuera año par en mi calendario personal -es decir de mala suerte-, me hubiese ganado un dinero. Tuve fe en que la suerte hubiese hecho trabajo silencioso como la muerte o la vida y finalmente sonriera de forma descarada para mi. Sí ya saben el desenlace, una mentira completa parte del eterno fraude de la red.

Hablando de esas tierra y considerando que no es la primera vez por esos lares, en esta ocasión me ha acompañado el disgusto, no lo traía conmigo, me lo fueron endosando despacito, yo por supuesto me dejé y ojo, no es asunto de mi ánimo o de mi condición cualquiera. Quizá lo atribuyo a que semejante tierra que lleva  nombre de mujer me ha quitado amigos, me ha dejado botada, me ha engañado con su lotería, me ha atrapado con sus controladores españoles y como ando algo victimista, he comenzado a pensar que no tiene espacio ni para mis visitas. Ah bueno, se me olvidó decir que me surraron algo así como sudaka en la calle. Uff y vale que "soy blanquita, alta y se dar las gracias"

Despedidas dobles: parte II, resumen de imágenes incompletas - mares distintos





Dobles cierres: parte I, Desde adentro

El Tríptico del Jardín de las Delicias cerrado, El Bosco
Pareciera que, todo en la vida es solo seguir, como si ese remolino invisible obligara. Así es como se va dibujando o desdibujando, sea por decisión o por inercia. Se puede berrinchar, gritar, llorar, morir de a poquitos por dentro o por fuera, no ser jamás los mismos, correr las calles deseando en silencio, haberse perdido y no encontrado más. De cualquier forma que lo pensemos, aunque no podamos con nuestro propio cuerpo algo nos obliga y, ¿qué mas nos queda? salirse a la fuerza o continuar. Aún resta esa decisión por descifrar.

Y por ahora, cranear o mirar el Jardín de las Delicias abierto que hay mucho por decir.
 
 


diciembre 07, 2010

Cuadernos sueltos: Sin noticias nuevas

Cuaderno I
He sido: tres años, líquidos, efímeros, de intervención puntual
He sido: nada, un sin nombre.

Cuaderno II
Mi ciudad sigue cambiando.
Ya no soy la misma humanidad.
Debería estar sonriendo.
Debería.

Cuaderno III
No es un cuento nuevo
todos sabemos que si
nos sentamos suficiente tiempo en la banca del parque a mirar, 
pasará
     el loco del pueblo,
     la anciana del largo bordón,
     el hombre viejo que pasa la mano sobre el joven muslo,
     el barrendero que asalta las colillas de las calles,
     los perros con y sin nombre,
     los insectos cortos o largos, vividores o buscadores, 
     cucarachas y hormigas -todos ocupados por igual-    
Todos sabemos que si nos sentamos suficiente tiempo en la banca del parque a mirar,
se nos podrían juntar los vivos y los muertos y no podríamos tomar hacia ningún lugar,
el remedio sería dejarse atrapar por todos, total nadie lo nota.

Cuaderno IV
Diego el Cigala en el reproductor, otra vez con el Bebo en 
Si te contara

diciembre 01, 2010

Mi espacio público

Mi ciudad está derruida
no sirven los planos,
no hay planes,
no hay proyectos de largo plazo.

Las calles con huecos
las basuras vertidas,
los perros deambulan.

No veo recursos, tengo
mis dudas grandes,
gordas, frías.

Sé que debo intervenirla,
rescatarla, reconceptualizarla.

Esto no es urbanístico,
administrativo o financiero.

Sé que, volver a construirla
me llevará a leerla otra vez,
sin embargo, a hoy,
aún no tengo manos, ojos, aliento
o respiro para ponerme(la)
de pie.

A hoy, busco en cualquier lugar para que,
lo que queda no se haga más polvo.

Sí, así está mi ciudad derruída.

noviembre 21, 2010

Borradores de cuentos inconclusos: el circuito del miedo, los cazadores

Saltar de un árbol a otro, correr, esconderse, mimetizarse, ser lo suficientemente ágil, pasar desapercibido, todos son oficios que a veces se entrenan despacio, pero que se emplean de una sola vez cuando se huye. La adrenalina se agolpa en el cuello, en los músculos, en las extremidades, haces uso de todo, piensas rápido, corto, sucinto, te asustas mucho, te aceleras, luchas por sobrevivir, haces curvas, rectas, te pegas a los rincones asquerosos. No te detienes nunca, no se puede una detener, pues para ese momento ya no estarás viva. 

Los cazadores amigos tiene sus mandíbulas tensadas, sus músculos tensados, sus corazones saliendo por las comisuras de sus colmillos junto a la baba y el odio, los ojos nublados, podrían ser buenos "sujetos" sin embargo no lo son. Ambos luchamos, ambos hacemos el máximo esfuerzo, ambos corremos como no lo solemos hacer, más ellos son tres y medio y yo solo soy yo y mi miedo, mi oportunidad de morir y mi deseo de vivir. Como duele esto. Ambos luchamos, me he caído, me duelen los pulmones del golpe, salgo al claro, entro a los oscuro, corro, sigo corriendo, intento trepar. Subir es una opción de alejamiento. No lo logro, no es cierto, como duele sentir las mandíbulas en el costado, verse la sangre en el cuerpo del otro y el de uno (no sabía que corría tanta por mi cuerpo). Saber que en cinco segundo más seguirá otro dolor. El de quedar atrapada y después ya no seré lo que recuerdo, lo vivido, ya no estaré. Ya no...

noviembre 17, 2010

Borradores de cuentos inconclusos

Tenía que regresar. Si bien el cuerpo le permitía hacer más o el cerebro no se había cansado aún -pues ambos estaban acostumbrados a empujar los límites, a vivir de la nada-; sus bolsillos no daban una gota ante tanto desajuste y tanta ausencia.

El tiempo se había acabado en el trabajo y los que no sabían, los ignorantes de todo el cúmulo de sucesos, exigían su presencia, la paciencia acostumbrada y el buen tino de su peculiar carácter.

Regresó como se había marchado: andando, retomando las huellas que había hecho cuando caminaba hacia delante, hacia el fin, según él. Cuando poco faltó para tirarse por la línea de los rieles, por el salto de un viejo río o buscar con más fuerza para encontrar a la orden el conocido veneno contra hormigas.

Al llegar a la última colina que abría paso al valle vivido, sintió el cuchillo en la barriga y el ardor en el cuerpo. Cada montaña de las que había sembrado estaba arrasada. Era más pobre ahora, mucho más… más viejo, más desilusionado, con menos fe -si es que alguna vez la tuvo-, con más arrugas y lo que más le estorbaba es que estaba más triste y más enojado.

Volvió la vista en una larga mirada hacia toda la tierra con su base y sus bordes, reconoció el silencio y la ausencia, la miseria, el conteo menudo de los detalles, las preguntas de siempre, la pobreza de las fuerzas y de los esfuerzos. Se volvió a encontrar anciano, mala persona, torpe, dispuesto a probar labios "viejos" con aprensión a su propia repulsión, con miedo a reconocer que ya no era el mismo, a hacer por temor a su propia condición.

Había logrado quemar la mayoría, sino arrancarla o intoxicarla con el combustible. Destruir significó que ya no estaban más que los rastros de cada campo que había sembrado en conjunto o solo por su motivo. Los espacios de bosque, los de flores perennes, los de plantas estacionales, las medicinales, las piedras colocadas en murillos, las otras que dibujaban rutas. Todo lo posible de quemar fue quemado.

Hacían falta cosas sí, la casa -bueno nunca existió se decía-, los papeles, las notas, las cuentas bancarias, las fotografías, las cintas sueltas, la bebida reservada, quedaba aún todo lo que no se podía quemar, ni fumar, ni embriagar, ni abortar tal como las palabras y los sucesos.

En esta ocasión, no había como en otras un sol resplandeciente aunque fuera una tarde seca. No había una de esas brisas frescas de los libros y las historias, no había mas que nubes grises que se comían los bordes blancos que parecían brillar a lo lejos. No había nada, ese era el precio del retorno, el clavo ardiente de la soledad y el contenido de la basura.

noviembre 10, 2010

Variaciones aburridas de un tema

"Octubre, las carroñeas sobrevuelan mi cabeza.
Quizá, solo quizá miren lo que otros no pueden ver

Tiempo de migración,
nubes negras, anchas alas, remolinos al atardecer

Quizá van, solo quizá van al sur.
Yo sin embargo, sin brújula, sin alma, sin ojos sin alas.

¡Como deseo estar de regreso!"

Sade me gusta en definitiva, tiene un voz, una melodía que pareciera embalsamar. Hay una canción que escuché cientos de veces, eso sí menos que Sin Embargo de Joaquin Sabina (la cual fue tocada de manera continua en periodos de trabajo loco por más de 8 horas, como si no hubiese otra tonada... Aquellos tiempos con Cristina, eran aquellos.), volviendo a la canción se llama No Ordinary Love.

Lo curioso del tema es que nunca le puse tanta atención a lo que significaba la letra, hasta que se convirtió en un hilo que me movía parte de las náuseas. Extraño verdad, pero es cierto, a veces le damos más contenido y carga emocional a cosas o situaciones de allá afuera de lo que merecen, quizá sea que de cierta manera nos sentimos enlazados con otros, menos solos o más comprendidos, menos abordados (evitando así hablar de nuestras culpas y miedos) y un tanto acompañados. Pongo un "pedacito" (no de cielo sino de canción), si  leen sin contexto, es tremendamente rosa y cursi, si escuchan la música que la mujer le puso, se aprieta alguna parte de uno y algo más. ¿A poco no?

Sade - No Ordinary Love

"I gave you all the love I got
I gave you more than I could give
I gave you love
I gave you all that I have inside
And you took my love
You took my love (...)

Didn't I tell you
What I believe
Did somebody say that
A love like that won't last
Didn't I give you (...)

Keep trying for you
Keep crying for you
Keep flying for you
Keep flying and I'm falling
and I'm falling"

octubre 17, 2010

Acerca de ladrones

"En años anteriores, el invierno sólo llegaba al dormitorio de los cadetes, colándose por los vidrios rotos y las rendijas; pero este año era agresivo y casi ningún rincón del colegio se libraba del viento, que, en las noches, conseguía penetrar hasta en los baños, disipar la hediondez acumulada durante el día y destruir su atmósfera tibia. Pero Cava había nacido y vivido en la sierra, estaba acostumbrado al invierno: era el miedo lo que erizaba su piel."
La ciudad y los perros, Mario Vargas Llosa 


De pie en el campo en medio del pasto
Hincado en el piso en medio del barro
Lagrimada la cara en medio del espacio
¿Quién tomó su fe?,dime -¿qué es fe?-
¿Quién tomo sus esperanzas?
¿Quién le dejó miedo?
¿Cómo haces para mirar a la cara?

octubre 10, 2010

Algunas cosas quedan

"Recuerdo una ocasión especial en la que tuve que crear una parte de mí que no existía, para aparentar una normalidad que tampoco existía. Fue horroroso. Fue un ejercicio muy duro, tan duro que se formó una capa encima de mí que aún me acompaña... y tal vez que lo hará siempre. Al final somos como las cebollas, no?... cargaditos de capas que nos vamos poniendo en cada bache de la vida y que no sabemos luego quitar. Yo no tuve modo de sacarlo fuera, de deshacerme de aquella porquería, no supe cómo."

A mí no me preguntes mucho, diría no preguntes nada pues como se nota desde hace semanas y suman meses hacia atrás, voy en espiral al fondo con fin incierto. Me está costando hacer esfuerzos para soltar los dientes apretujados casi a la espera de un viento fresco soplando a favor o poder erguirme con las dos piernas y juntar lo que está en el piso.

...Cerrar cuando otros se han ido y han estado preparados, deja mal sabor. Los otros, los rezagados quedan con una no idea de por donde comenzar; que si recoger la silla, si levantar la mesa, si limpiar el mueble o dejarlo con el vino regado por todos los sitios, si apagar las velas o prenderle fuego a todo, si usar las flores para los entierros o pensar en el adorno de otra habitación.

Dar por finalizado cuando no se sabe cómo es jodido. Pretender que no se quiere cuando sí, no sentir la minúscula palabra adornada cuando aún escuece todo, pretender que la lluvia ha caído menos cuando es el año de La Niña y carajo llueve más. Sonreír cuando te metes el bocado entre los labios mientras las náuseas te quitan el apetito o llenar la mandíbula de azúcar cuando el cuerpo te dice no más. No usar la cabeza o las memorias que marcan las líneas de expresión. Usar el bote de la habitación para lo que está previsto: la basura, es reaprender.

Es extraño como se meten esos dolores que no son de las coyunturas o de los tratamientos médicos, esos que podrían ser pequeños o superficiales pero no se logran clasificar, esos que son parte de la vida, que unos usan para crecer y otros para llorar, unos para escribir y otros para continuar. Esas burlas, esas palmadas y esas esperanzas que han movido la humidad al dormir, al amanecer y al llegar la noche otra vez.

Ciertamente no quiero ponerle nombre, color o lección de vida a estos inevitables, es como querer poner etiqueta diferente a los campos arrasados y entonces llamarlos campos de lección para poder tener paz, o pensar que una corriente lodosa y roja de agua es solo una corriente y no la inundación y el arrastre.

Hoy y para lo que queda, tomo prestado esto de Toro Salvaje, pues como habremos notado de los cinco párrafos hay poco o nada coherente y lo que digo es onírico como diría Iraide. Lo cierto es que si fuera yo diferente, no estaría en este tremebundo problema por semejante acto de estupidez.


Me queda la locura
"Cuando todo ruge
y la vida inhóspita me mira
enseñándome los dientes
me queda la locura
y el reposo de su amparo
allí bajo las alas invictas
del mundo al revés
me siento protegido
y mecido en su regazo
la locura me susurra
palabras de azúcar
y nanas para niños grandes
mientras miro complacido
como todas las tormentas
y todos los males
me observan desde lejos
y dan media vuelta
en busca de otra víctima."

septiembre 17, 2010

Stop all the clocks

Aunque por ahora el blog no parece ser lo que le dio vida (no puedo hacer mucho por el momento), la ocasión amerita esto. ¿Lo conocen? digo a W. H. Auden, alguna persona lo comparó con los Nobel T.S. Elliot y W.B. Yeats, pero son tres tamaños y perspectivas diferentes. 


Rescato que comenzaría por el final, que me gusta más la versión inglesa que las traducciones castellanas encontradas (últimamente me gusta poco todo, he sido robada y disculpen realmente pero poco soy o poco estoy.)  En fin, intenten leerla a toda voz la versión en inglés y notarán lo que digo.

Stop all the clocks 
Parad los relojes, descolgad el teléfono.
Prevenid el ladrido del perro con un jugoso hueso.
Silenciad los pianos y, con apagado tambor,
sacad el ataúd 
dejad las plañideras llegar.
Que los aviones den vueltas en señal de luto
Escribid 
en el cielo el mensaje que: "Él ha muerto".
Poned en los blancos cuellos de las palomas de la calle un crespón,
Dejad q
ue los policías de tránsito lleven guantes negros.

Él
 fue mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
Mi semana de trabajo y mi domingo de descanso.
Mi mediodía, mi medianoche, mi charla, mi canción.
Creí que el amor duraría siempreMe equivoqué.

N
o quiero las estrellas: apagadlas todas.
Envolved la luna, desmantelad el sol.
Vaciad los océanos y los bosques arrasad.
Porque ya nunca nada podrá acabar bien.

Stop all the clocks 
Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.
Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.
He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last for ever: I was wrong.
The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood.
For nothing now can ever come to any good.

septiembre 10, 2010

Para no olvidar

entre humo y humo, entre agua y agua
entre cliente y cliente de la esquina usada
la puta dibuja mensajes al corazón

agradece el uso, disculpa el disgusto
sonríe al rayo y obvia el olor.
importa poco el derredor,
es una improvisación de jazz
donde todas las personas piensan mal

los clientes llegan y se van
las amantes son del rato y además ¿qué pensarán de las que escriben poesía, redactan cartas leen la newsweek e intentan soñar?

entre humo y humo, entre agua y agua
se corre el maquillaje pero aquí, no ha pasado nada.

septiembre 07, 2010

El olor de la lavanda

Allí Grenouille pasó 8 años de su vida donde se dio cuenta y enfatizó mas su don, un olfato inimaginable,
 pues él podía oler a las personas a una gran distancia, 
sabía donde estaban las cosas así estuvieran muy bien escondidas,
 poco a poco este pequeño desarrolló cada vez mas su sentido del olfato y
 gracias a él podía hablar pues solo conocía las cosas por su olor. Patrick Süskind

tomar con las manos la vida por el frente y la cintura,
atisbar la mirada,
hundir la lengua en las comisuras,
saborear los labios, 
respirar la piel,
latir por los poros,
acelerar el estómago,
partir con fuerza,
romper la distancia con ansias y sed.


me gusta la vida de esa forma.

septiembre 05, 2010

Días viejos

esta piel de cebolla
estos ojos transparentes
estas manos temblorosas
este equilibrio falso -muy alta está la grada-
este cuerpo sin tibiezas
esto de envejecer con dignidad es indigno

septiembre 03, 2010

Cuadernos sueltos: el peso de mis pensamientos

Cuaderno suelto I
las palabras son así de ligeras
entran por los oídos y se desvanecen
si logran llegar no van intactas
sino logran llegar ya no importa,
algo se pierde siempre en el camino

Cuaderno suelto II 
las palabras son como el polvo,
pueden incomodar, pueden causar alergia, pueden molestar al dolor/
solo pesan si han ingresado en vos,
si le das la carga de los sentimientos.

Cuaderno suelto III
palabras rojas, incendiarias,
pegajosas, insistentes, voluptuosas, detonantes,
pendencieras, militantes, revueltas me tienen la sien y las entrañas

Cuaderno suelto IV 
Pesan tan poco las palabras,
cuando era por cartas parecían tener más consistencia.
ahora que es por electrónico
1670 mensajes solo ocupan un 1% del espacio.
Pesan poco los sentimientos ...