Estos días de sol son medicinales, sobretodo si son intensos en luz y calor, viniendo acompañados de un poco de brisa. Quizá sea por la vitamina D, o porque además se respira ese aire seco que permite llenar bien los bronquios durante el tiempo en que las cosas se mecen levemente, incluyendo las cometas.
Estoy tirada en la cama, con poca ropa, las cortinas abiertas de par en par, casi las dos de la tarde en el reloj, los ojos cerrados, quizá algo dormida, el viento empuja de allá hacia acá al guindajo cerca de mi ventana, mismo que lleva todo el día musicalizando, y eso, tranquiliza de alguna manera.