En las últimas semanas he leído por tractos el periódico y Hakuri Murakami. Sin terminar este aún, llegó a mi un pedido especial, un caído de las manos, con olor a nuevecillo, con sabor a bienvenido y cuyo deseo se despertó a partir de una crítica que leí.
"Heridas causadas por tres rinocerontes." El libro es pequeño por la brevedad de los capítulos, por la textura de las páginas, por el tamaño y tipo de letra, de alguna forma todo me recordó el Baricco que me regalaste, pero es un texto completamente diferente.
Bastó con tomarlo para correr entre el taxi y el autobús, 37 páginas al día siguiente que llegó. No puedo evitar recordar gente mía y sobretodo "vos", mucho tiene que ver con que la historia es de un padre y su hijo, de una cosa llamada leucemia, de algo no esperado y tal sorpresa. Trata de nosotras las personas y cito "de la rabia, la angustia, la desolación, la incertidumbre, pero también de la ternura, la alegría, la compasión y la esperanza." No sé si comparto lo que dice la cita que coloqué, lo que sí aseguro es que es cercano, de allí que quise colocar un "pedacito".
"TARDES QUE SE ENLAZABAN. Como un triángulo. Pero la tarde es un juguete en manos del niño. Yo soy la nieve. Y quiero ser un manual para vivir en la nieve. El niño enfermo me convierte en esquimal. Y en cacería. la enfermedad es un pupitre. Yo juego a recordar. Para evadirme. Pero sufro, no soporto la insistencia de la fiebre, su rencor, sus colchones falsos, su primogenitura. Me rebelo. Soy la nieve cayendo en un estanque. Soy lo que no quiero ser.
LLAMADAS que uno jamás espera. Me preguntan por Yorgos, por su enfermedad (---) También hay llamadas y cartas que uno espera. Que lo dan todo. Que me fortalecen. Llamadas y cartas que me empapan como un aguacero. Como un aguacero en noches donde no existen los impermeables." Fernando Sanmartín