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septiembre 14, 2008

Sherlock Holmes

"Holmes no era un hombre de vida desordenada; modesto en su manera de ser, regular en sus costumbres, rara vez se acostaba después de las diez de la noche, al levantarme, había salido ya de casa después de haber tomado su desayuno. El día lo pasaba entre el laboratorio químico y la sala de disección, y algunas veces se daba largos paseos, casi siempre por las afueras de la población. No puede formarse una idea de su actividad cuando estaba en uno de esos períodos de excitación. Transcurría algún tiempo, venía la reacción, y entonces días enteros, desde que amanecía hasta que anochecía, se los pasaba tumbado sobre un canapé, inmóvil y sin articular palabra. Sus ojos tomaban una expresión tan vaga y soñadora, que cualquiera le hubiera tomado por un imbécil o por un loco si su sobriedad característica y la perfecta moralidad de su vida no hubieran sido una constante protesta semejante suposición." Estudio en escarlata, Artur Conan Doyle

¿Dónde estará en estos momentos ese muchacho?

La pierna cruzada, cigarrillo en mano, la lluvia a penas intensa, esa tipo gota constante que se deja colar entre las hojas.

Teclea sin cesar, ya no más en la máquina de escribir Remington, que aunque hijo de esta generación apenas la usó cuando fue estudiante. Ahora es el computador Toshiba en mano, la cual está tan ajada como la máquina pero aún es más veloz, tanto como sus ojos o sus pensamientos.

Me da por pensarle cuando se dejar mirar a través del cristal del jardín. Escritor incansable, ahora parece estar en medio de una noticia, no se si de guerra, ya que en este lado del mundo no las hay tal y como las solíamos conocer. Ahora son nuevas versiones, nuevas formas de luchar y amigar casi contratodo y contratodos.

No se si realmente está con esa noticia, la llamada primicia, ¿cuál será por cierto? En cualquier caso todos debemos esperar sus comentarios, el mensaje que llega, el correo de la mañana, las nuevas de cambio o quizá las de la última noche.

Sin siquiera proponerlo, elabora un punto aquí, cruza una línea allá. A veces, cuando le cambia la cara, casi podrías notar lo que sucede en el mundo. Un viso de nube, es el huracán quizá más para él que para los otros. La mirada entornada sin sonrisa, es un tejer, no se si de malas noticias, pero al fin una elaboración muy puntual. Todos sabemos cuando él está produciendo, porque teclea más rápido de lo normal, tuerce un poco la cabeza hacia la derecha y la lectura hacia la izquierda. Si viene sonrisa, sabemos que es “una buena maldad.”

Es mi amigo también, como de otros. No es el compañero de copas, sino más, quizá no el buen vecino, pero siempre tendrá una palabra para vos. Es un maestro, un detective, un investigador con todo y sabueso.

Ese es el chico que está al otro lado del cristal, pierna cruzada, pantuflas azules, pantalón de algodón y camisa de un día cualquiera.

septiembre 09, 2008

La circunstancia

La ventaja de las lágrimas a mi juicio, es que son como enjuagues que se le aproximan a uno de un pronto a otro, sin solicitud de entrega. A veces sabes que las necesitas, otros días no te percatas aún hasta que suceden, como ese chaparrón que cae algún día de verano producto de una nube gris, gorda, rechoncha y cargada a lo largo del viaje por el tiempo.

Algunas saltan por una, otras se avalanzan por los otros. La verdad es que hay una ruptura, no se si de la ecuanimidad, del orden, del sentido, del sinrazón o de la fuerza. Parece como si una ráfaga muy intensa y fuerte te diera un bofetón a veces de dolor y también de felicidad. Lo cierto, es que quiebra.

El agua lava, no solo las calles con sus montañas de basura, o los ríos arrastrando cuanto paso hay en el camino. El agua lava, a veces limpia o enturbia los sentimientos sedimentados, convirtiéndose en la mayoría de las ocasiones en el chaparrón de aviso de que pronto, aunque no sabes cuando, tus sentimientos rejuvenecidos y apropiados se presentarán ante vos.

No hablo siquiera de esa acción que podría dejar la nariz trancada, cual elefante con gripe crónica en el último año. Ni de los ojos como tomate convertido en vidrio, del dragado de energía que lleva consigo todo deslave, o quizá de las centellas que brotan con nosotros.

No quiero hablar de los motivos, pero sí de la circunstancia cuando te sostienes la cabeza pensando que no hay salida. Cuando masticas por minutos, horas y días que el otro no va a sobrevivir. que los pronósticos son insostenibles, que los mensajes no son de buen augurio. Cuando quieres arrancar la corteza con las uñas y aún no tienes respuesta, no llaman... Cuando la incertidumbre se apersona justo a tu costado y la ansiedad toca una melodía profunda.

Sin ser optimista por defecto, quiero cerrar para mi, con ese instante cuando el mensaje de las buenas noticias llega en las palabras, en el anuncio de la mirada, en la mano sostenida, en el devolverse y decidir hasta aquí y voy a comenzar, o al mirar hacia delante extender los dedos y pedir ser acompañado.

No se cuanto de esto es cierto o bueno para mi, lo que puedo afirmar es que de vez en cuando las lágrimas no están de más.

septiembre 07, 2008

Techo seguro

"Cuando nos despertamos nos miramos a los ojos: no hay nada para comer". En la maltrecha ruta del norte de Haití que lleva a la destrozada ciudad de Gonaives, exiliados errantes y habitantes con los pies en el agua padecen hambre en medio de la tierra abnegada.

Es un golpe para los ojos, ver los cadáveres flotar arrastrados fuera de sus lápidas en el cementerio vecinal. Como si fuera poco, tienes el agua por el cuello cubriendo más de 50 centímetros del suelo y el cielo a tormenta cerrada.

No te preocupas por salvar los electrodomésticos, si es que los hay.Ahora es acerca de la vida. Te preguntas si llegará mañana un mejor momento.

Las tripas suenan, porque hay hambre, -la constante es el hambre por estos lares- y cada vez que llueve así, se pone peor. Si hubiese algo de suerte, que la habrá momentáneamente, llegarán los camiones de algún tipo de ayuda humanitaria, quizá ellos no revivan a mis nuevos muertos, pero al menos a mi no me dejarán morir.

El agua enfría el cuerpo, la temperatura baja y no hay más que lo que llevo puesto, ¡Cuánto desearía algo mejor!, pero pareciera que hoy no es el día, además el cielo se rasgó el alma.

Maldices la lluvia, ¿cómo no hacerlo?, si desapareció frente a la vista toda la familia, además de un pueblo entero con casas, bueyes, cabritos. Sin embargo, los números no valen, ya que todo vuelve pronto a su “normalidad” sin memoria de lo sucedido.

Estoy segura que a mi no me atenderán tanto, si por ahora solo hay 50, 100, 500 muertos, y si además tratan lo que sucedió en el sudeste asiático, Nepal, India, Bangladesh como algo antiguo, a pesar de sus treinta millones de desplazados del año anterior. Lo confirmo, lo de estas tierras no es tan importante; sino por qué en tantas décadas el tiempo se detuvo con el cambio.

¿Cómo se hace uno notar? Si se tiene frío y hambre, si la constante es la escasez, si lo que se teme es la epidemia, si lo que se quiere hoy es solamente dormir en espacio salvo, sin pensar y en compañía del recuerdo de los muertos.

septiembre 06, 2008

Aceite de roca


Una de las características del petróleo, es que por su densidad no suele mezclarse con el agua, es una capa que aunque convive con este elemento mantiene la diferencia particular de su propia condición.

De origen orgánico, fósil, fruto del proceso de transformación química por el calor y la presión sobre aquella mezcla que viene del zooplancton y las algas depositadas en los fondos carentes de oxígeno y cubiertos por capas pesadas de sedimento.

Es así como los productos más ligeros de la transformación química ascienden a la superficie por medio de los escapes. La materia densa sin suerte, como el "aceite", no escapa, se deposita si cae en trampas.

La vida como la conozco hoy, no puede ser la misma como hace años antes del petróleo que “tocó" lo económico, lo social y porqué no, lo cultural. Traigo a colación esta materia por la imagen que rondaba en mi cabeza hace algunas horas, cuando al intentar incorporarme a una dinámica no nueva, sentí la poderosa dificultad de reunir las condiciones para hacerlo.

Sabemos todos que el relacionamiento humano puede ser complicado, más aún si hay que desenvolverse en un espacio dónde la diferencia numérica y de opinión de unos hacia vos o tu entorno, sobrepasa tus ganas de entrar en lid.

He de confesar que lo hice, entrar en escena y colocarme en posición estratégica, no recuerdo que me frecuenten las ganas de evitar opinar -aunque sí sucede-. Sin embargo al cabo de un rato, francamente deseé unirme a la pandilla de sujetos que no sobrepasan los 7 años de edad. Ya que parecía que el barro, la chichota, el moretón, el rasguño resultaba un tanto más desafiante en igualdad de ombligos y condiciones que desenmarañar la frustración colectiva sobre mi país.

Si bien es cierto, comparto tal frustración, -que al fin y al cabo abrió un espacio para cualquier otro tema-, me río de la forma en que algunas personas dictamos cátedra, eso de asegurar que la opinión de uno será la verdadera ya que es producto de la experiencia ¿Quién no tiene diferentes experiencias en un mismo tema?

Confirmo que hubo un momento dónde tuve la gana imperiosa de dar la llave de la legislación y decir damas y caballeros, es su tarea limpiar el estado del sitio. Verdad que es fácil disertar. Verdad que no se dan cuenta que ustedes también son petróleo.

¿Por qué lo digo? Pues una gota de petróleo en medio del agua, no se mezcla, no importa si está en franca “desventaja” proporcional, solo su naturaleza parece no permitirlo. Fue de esta forma, que yo me sentí una gota negra en medio de un mar blanco, rodeada por aquí y por allá, tratando de explicar y decir, te comprendo, pero a pesar de nuestra condición, nuestra densidad sigue siendo diferente y no por eso una mejor que la otra.

A su vez, mi contraparte también fue en su momento petróleo y no agua, pues parecía que no importaban las décadas en las que había estado aparcado en este lado del mundo y en esta región; ya que puedo confirmar, había aprendido como buen taxónomo a la clasificación pero parecía negligente al olvidar el ambiente en el que se habían desenvuelto las personas y las especies.

Que ironía no, pretender que un joven país se construya en dos centurias, lo que a otros les tomó siglos y milenios, donde la tarea no radica en solamente mirar el “desorganizado y algo sucio espacio” dónde se está, sino también, ese caldo de cultivo, que aunque complicado, hace cocer y germinar muchas más cosas de las que pensamos.

Finalmente, no decidí si entrar en disputas sobre matrícula educativa, sobre asfalto y octanaje, sobre corrupción o corruptela, sobre la lenta forma de los cuerpos, decidí atacar la comida -tal parece que sigo aumentando de peso-, y disfrutar la albahaca verde que estaba plantada en el horizonte del jardín donde estábamos…

septiembre 03, 2008

Platero y yo

De algún sábado por la noche...
Quiero acariciar tu cara,
aunque luego no pueda cruzar la línea
y deba quedarme al otro lado de la ventana.

Quiero flores recién cortadas ,
aunque luego deba dejarlas morir antes de cruzar el borde de la entrada.

Quiero que caigas conmigo en deuda,
aunque luego no me fueras a pagar una sola castaña.

Finalmente, me daría por cuenta saldada, si me dieras
de tu tiempo en un campo de limoneros y naranjas justo amanecidas.

No te engañes, eso es lo que quiero.

septiembre 02, 2008

Paraíso tropial

Alguna vez pensé que van gogh me conocía, años antes de que naciera y que degas quizá me había dejado los borradores de lo que no soy -Qué petulante-, pero entre Klimt, Tamayo y Guayasamín, junto a un poco de lluvia, podría gastarme horas enteras de vida. Realmente hoy solo quiero dejar suelto esto:

A veces parece
que sobra de todo
sobran palabras
sobran fantasmas

sobran besos
sobra soledad
sobre el atardecer

sobra el verde con azul y rojo
sobra el corazon y los espacios
es tiempo de sembrar
en el paraíso tropical

septiembre 01, 2008

365 días

No te parece que por si solo es un regalo, el pensar que has generado algo nuevo. Casi es sentirse como pandora abriendo su caja de piedras y sorpresas (claro sin la línea del desastre, aunque también puede ser), y quizá sin la petulancia de esta o de un dios cualquiera. Podría decir que por primera vez se siente uno artista, capaz de hacer, conquistador de lo indómito y sonriente sin sentido.

Confirmo que ser artífice de un cambio, quizá sin haberlo esperado o deseado, sin haber entrado en estado de gestación por nueve meses, o sin haber movido hilos para tejer algo, nos deja con los ojos dilatados de inmensa sorpresa.

Es cierto que cambiamos, al mezclarnos el suficiente tiempo para que alguien nos conozca o le conozcamos, sea por antagonismo o por paralelismo, por conjunción de nuevas energías, o porque sus piojos pasaron a ser los tuyos en un salón de clases, porque el emparedado que se cayó lo limpiaste en el pantalón, lo comiste y lo compartiste, porque llorar cambia, porque el “uso y desgaste” nos lleva a moldearnos la vida.

Nosotras las personas, encontraremos en algún punto de inflexión que la ebullición nos ha llevado a otro lugar. Que ya no somos los mismos y estaremos más sorprendidos, cuando allá afuera nos demos por enterados que nuestra vida es otra.

Decisiones matizadas de otra tonalidad. Acercamiento desde espacios no pensados. Paladeo de sabores “nuevos”. Visualizaciones con ojos expuestos a otra intensidad de luz. No somos los de hace 53 semanas atrás. Hasta la panza es nueva y el intestino más viejo o el surco más profundo.

La constante es el cambio tanto como no darse por enterado siempre. La realidad es que los años nos llevan en tropel y nosotros vamos cargando de cuanta cosa la cajuela del automóvil, sin a veces percatarnos.

¿Qué será lo que observamos cuando de vez en vez volvemos la mirada hacia la distancia?, cuando llega o se marcha la gente. Cuando en definitiva sabemos que no somos los mismos, que ya recorrimos lugares, los cuales han vuelto a aparecer lejanos pero esta vez porque no los frecuentamos. No es acaso un cambio darse cuenta que además tenemos el valor de ver eso, de reconocer que unos nos cambian a otros. De que los otros nos significan tanto. De saber decir lo que ansiamos.

Mi vida es otra diametralmente en tanto, desde hace 365 días atrás que más bien parecen años.

agosto 30, 2008

Seda- Baricco

Cada loco con su tontera, esa es una expresión supongo conocida por todos nosotros. La otra noche, al decir varias noches ya, me prestaron un artículo de un ron que me parece delicioso (no soy ronera he de decir), Zacapa. Para sorpresa mia, este elixir que vale un bigote probar, es añejado en toneles de ron que han sido "quemados" manualmente y que a su vez ya han contenido otros licores, en este caso vino de jerez.

El arte de los sabores, el placer que esto conlleva y la búsqueda de la maravilla de la mano con la excelencia del paladar, parece algo que nos ha llevado durante la historia de la humanidad en búsqueda de mundos, a “conquistar personas y espacios”, a acercar latitudes.

Es así como encontramos rutas de sal, rutas de especies y rutas de seda. En todas ellas y en otras más que no he de nombrar, sea porque las desconozco o porque mi afán no es tratar este asunto hoy, siempre ha habido un loco, un idealista, una persona que en tiempo diferente, juntó a otros poco cuerdos o todos a su vez se fueron por allí en su motor común. ¡Qué motivo tan potente como un amor!, el que podría llevarte a perder la cordura y la razón.

Para quienes me conocen, saben que el café es una bebida que me encanta, quizá no soy tan adicta como mi hermana -a quien no le regresa el alma hasta que no haya bebido un poquito de este, sea después de cualquier cosa-.

He de mencionar que nací en una tierra cuya planta y su fruto, me dio comida, cobijo, sufrimiento y motivo para crecer, un país que celebró los 200 años de industria alrededor del "amargo" elixir.

El café tiene toda una historia, un proceso que lo lleva a lo artístico; este necesita para crecer un suelo rico y húmedo, que absorba bien el agua y drene con rapidez el exceso de precipitación. Los mejores suelos son los formados por un pequeño manto de hojas, materia orgánica y roca volcánica desintegrada. Hay que velar por la exposición al sol, por los insectos, los hongos y si todo sale bien, una planta produce su primera cosecha de rendimiento pleno casi a los cinco años de edad.

Sea arábica o robusta, la primera es superior que la segunda en cuanto a sabor, calidad y cuerpo. Al igual que la aceituna para el aceite, el té, la uva para el vino, los licores en general, el tiempo cuenta, el proceso como "la forma de tratarlos", de moldear el sabor, su color, su aroma, su cuerpo son una danza. Es así como hay tonos amarillos y dorados, dulces, afrutados, achocolados, con sabor a pimienta o recordando maderas. Todo es posible en ese universo.

Sin embargo me ronda una pregunta por la cabeza ¿Pero que pasa cuando la especialidad limita finalmente al placer? Ya no solo el café es el café que disfrutas, o el vino es eso: el delicioso vino que corre por tu garganta sin la clasificación profunda de año, color, origen.

¿Qué sucede con el paladar experto que no perdona al novato o al que nunca aprendió la diferencia?Tal parece que con los años, con el tiempo, llevás a madurar para más o para menos el olfato, el gusto, la razón o el sentimiento. No podríamos pedir que todos disfrutemos igual, o que cada sabor se repita en el sitio que visitas.

Sería corto de nuestra parte y algo más, considerar que lo que conocemos es lo correcto o lo mejor. ¿Por qué no pensar que hay mundo allá afuera que nos podría lleva a nuevas rutas de especies?

Asomarse y volver a visitar, porque aunque hallamos pensado que lo hemos visto todo o hay poco más por conocer, la vida nos podría tirar al piso a la vuelta de la esquina, con una zancadilla, recordándonos así que no hay humano alguno que haya visto o saboreado todo en la humanidad.

Bien que anden personas con locura por allí, dispuestas a jugarse un chance, aquel que por ocasiones les produzca vértigo, les explaye los pulmones, agolpe sangre en las mejillas, les arranque el estómago y después de elevares a tal punto, sean depositados en caída estrepitosa o bien plácida calma. Por cierto, deberías de leer Seda, es un libro que merece ser vivido.

agosto 23, 2008

Sintiéndome azul

A veces las patrias de otros no nos figuran mucho. Sin embargo en el momento en que iniciás un lazo significativo con alguna persona que no precisamente nació en tu misma tierra, comienza un interés particular, sobretodo si te quedás el tiempo suficiente para poder aprender de ella y hasta en distancia mamar de la teta de su país.

Guyana Inglesa es el nombre de un país, al cual poca cercanía le tengo, realmente se llama República Cooperativa Guyana. Asumo que ustedes saben donde está, sino pues por allí la rastrearán. Como contaba, no significaba nada para mi, solo eso un lugar más de Suramérica. Al pasar los años aprendí que es la ‘tierra de muchas aguas’; de los cientos de migrantes, que la búsqueda del Dorado hasta allí llegó; de los cimarrones, chinos, javaneses e indios y a pesar de que no soy “ducha” en el arte de la preparación de comidas, pues también me inicié haciendo roti y una especie de estofado de camote. El responsable, Ian mi compañero de trabajo en una organización que hace justo una década dejé.

Podría sumar el Vegemite, que no se si me quedaría con el australiano o el inglés (el segundo lo encuentro más suave que el primero). Para quien se pregunta en qué consiste, pues es una pasta de levadura que se unta sobre pan, es oscura como el color de la ciruela y sabe “a demonios en la primera entrada”. Lo siento amigos aussies pero es así, con y a pesar de su amor.

Lágrima de madre, el café que encuentras en algunos lugares de Argentina (con muchaaaa leche y poco café), a Marissa le gusta ese. En cambio a mi me gusta el país, los dulces, su gente de Buenos Aires, de su Patagonia, de su “puritico sur.”, podría gastarme muchos días de vida por ahí, entre los parques y las ferias de domingo, entre las cafés al aire libre y las pantallas con películas que al menos yo les pongo poquita atención.

Gracias al Festival de Montreal, el jazz comenzó a representar algo. Lugares como New Found Lands, Winnipeg, Nova Scotia, Muskoka, Vouncover, Guelp, Toronto, comenzaron a hacerme pensar que ese país sería mi morada alguna vez en la vida. Allí aparcados en lugares distintos están personas que aún hoy llamo amigos.

La gran ciudad, el mundo desconocido, comenzar la vida, abrir los ojos más allá de las pupilas, latir de ansiedad, New York de pasada. No sería justa si le quitara la excitación a la California, o su parque de Wyoming, que aún está marcado en mi lista de lugares a visitar, junto a la Alaska de Rose.

Podría decir que soy capaz de entrarle a los bichos mexicanos, si me acompañaran con un buen tequila y mayor convencimiento del Sergio o la Cristina. Me tomaría toneles de vino al lado del lago di Garda o quizá solo me perdería en un castillo de esos del norte de Italia. No obstante me guste el sushi, prepare tzaziki, hummous, intente hacer tortilla española, salmorejo o sopa juliana. Aunque pudiese pretender comer los ciento y un pescados o mariscos que “algunos” por allí devoran, no es cierto. Lo que si se puedo decir, es que he encontrado gente querida en medio de esos “españoles perdidos” en estos países.

Es así como hay historias de la Guatemala profunda, o del Honduras intentando ser ciudad; de gente perdida de la República Dominicana, de algún lugar del Senegal, del Ecuador de las alturas o del Perú pendiente, del Uruguay de mis amores -por todos sus escritores- y gente de viaje… Hay más.

Todos representan un pedazo diferente de su propia patria. Dejémonos de tonterías, pero ser ciudadano del mundo y vivir allá afuera, nos depara pequeños espacios de menor ciudadanía natal y más de los otros mundos. Pareciera que nos obliga a ser embajadores, aunque no lo hayamos pedido.

Nos da la tarea de acercar mundo o vivir en la total discrepancia, de encender la radio y poner oído atento a lo que pasa en el Pakistán, al nuevo logro de la China, a la reforma de la Francia, el revuelo de la Colombia, la convulsión de la Nicaragua, la Corea tan distante.

agosto 18, 2008

Sin Novedad en el Frente: Erich Marie Remarque

Si bien es cierto, las guerras nunca nos llevan a ningún lado y de eso estamos todos de acuerdo, no tardan en desaparecer y aparecer nuevas y antiguas riñas, enervados y recordados conflictos.

Las luchas, sean contra el narcotráfico, contra el terrorismo, contra la invasión de unos a otros (unos sí pueden hacerlo, otros no), contra la liberalización de un territorio, contra la pobreza y el pobre, contra el desamor, contra el abandono. Guerras, batallas, enfrentamientos, la destrucción e hija de todas estas.

Aunque el firmamento no estará rojo para algunos, porque su lucha no implica armas, bombas, fuego o el ruido ensordecedor de un avión volando bajo la puerta. El miedo se asoma con ojos grandes por cada lugar.

Es así como esa calma, oscura, densa, por ocasiones demasiada ensimismada para dejar un sabor de "tensa tranquilidad", inicia un paso en dirección perdida hacia ese momento donde estallará y dejará partículas de guerra esparcidas por todo el suelo.

Un golpe, una bala perdida dejando los ojos desorbitados, el músculo abierto, el frío en pecho, el llanto sin respuesta, la desolación del abandono, la habitación hecha trizas. No sabes bien si será el sonido del grillo concertando, si es la roca sobre el tejado, o que finalmente ya comenzaron detonar nuevamente las municiones. Quizá un cañón por aquí, una metralleta por allá, un grupo de palabras que hieren hasta el hondo, todos son detonantes.

Abres el diario de hoy. Tal parece que es el mismo de ayer, por lo tanto será casi el mismo de mañana. Es poco lo que cambia. Aparecen entre las páginas brazos, piernas, cuchillos, muertos por un lado y otro. Todos testigos y protagonistas quizá sin aviso de lo que sucede.

Acompañan entre las secciones los políticos haciendo "las paces" con blancas aves y teñidas banderas, presupuestos aumentando (pero no para el rubro comida). Comenzamos a impacientarnos de tanto que ocurre a nuestro alrededor y no parecen ser "buenas noticias", o desde hace años esperamos que lleguen finalmente a nuestros manos.

Esa asfixia de la violencia, debe empujarnos de alguna manera a dotarnos de buenas raciones, no solo para cuando la flaca hambre ataque, o el techo no sea suficiente protección; sino cuando el ánimo se pierda como hilo de cabo de candela (solo un poco más y se apagará).

Alguna provisión debemos intentar, que lleve un temor renovado de salvar el pellejo ante esa concesión frente a la indiferencia que parece rondar por las calles, la que hace que no pestañemos más de una vez al halar un gatillo, al pasar junto a una persona tirada en la calle -con la sola extrañeza de que es un estorbo, un bulto mal colocado y no otro igual.-, la que justifica de cualquier manera el acabar con una vida, apagar el radio, retirar la palabra o volver la cara en otra dirección.

agosto 13, 2008

Lope de Vega

Lo cierto es que hay relaciones que te renuevan o lo renuevan todo. A veces no hay que ser nuevo en la vida, o “virgen” y novato de experiencia para sentirse que estas iniciando de manera fresca, verde o joven. Como si te cambiaran la batería, te pulieran la pantalla, te resensibilizaran los sentidos, te agudizaran las sensaciones, te hicieran un lifting de todo el cuerpo.

Es así como la sensación de estar reaprendiendo las cosas, las situaciones, las relaciones nos deja perplejos como la imagen de una persona frente a un edificio de 100 pisos todos de espejos; en donde tienes la tarea de intentar mirar quien está en el piso 99 (es decir hay que levantar la cabeza muy alto, agudizar la vista, desear ver algo, esperar y recorrer toda esa distancia hasta el nivel buscado).

Nosotras las personas en toda la historia de vida hemos escrito del amor y el desamor, de la vida y la muerte, las batallas, los amigos, el desastre, el dolor, las razones de la existencia. Pareciera que cada vez que uno de nosotros decide sentir, manifestar y opinar al respecto, está haciéndolo como si fuera la primera vez. Sin embargo, la primera vez cuando ya uno es viejo, esa primicia pareciera más fuerte que aquella de la hormonal adolescencia o la incipiente adultez.

Solo aquello que nos motiva a sentir y hacer ciertas “locuras” sin atenuación, con la fuerza de dejarse el pellejo en el camino, con la sensación de que no hay después o que no llegará, es lo que lleva de alguna forma a ser vivido de manera recién estrenada.

Muchas más personas de las que podremos conocer son conscientes de que antes ya se había vivido, escrito, disertado, discutido, llorado sobre estos temas. Aún así, y debo volver a enfatizar, hay momentos “tan particulares”, que te botan de tal afirmación y te llevan en un remolino personal de potenciación nueva.

Que dichosos somos y que reto, si estamos vivos de esa forma, si hay alguien o algo que nos motiva de manera tal que una melodía nos arranca las lágrimas, que una palabra con devora el intestino, que un roce nos acelera la garganta, que un vistazo nos infla de ira y otra mirada de calma, si una situación no nos deja dormir, si el desvelo de las horas es provocado por una voluntad.

Quisiera festejar eso y más (no hacen falta nunca pretextos para las conmemoraciones), por eso me permití tomar un pedazo del Lope de Vega por allá y otro del Oliverio Girondo por acá. Cada uno decide con qué parte de los dos se queda.

“Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde, animoso, no hallar, fuera del bien, centro y reposo: mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso. Huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho(…)dar la vida y el alma a un desengaño: esto es amor; quien lo probó lo sabe.” Vega

POEMA 12-Girondo.“Se miran, se presienten, se desean,/ se acarician, se besan, se desnudan,se respiran, se acuestan, se olfatean,/se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, se despiertan, se iluminan,/se codician, se palpan, se fascinan,se mastican, se gustan, se babean,/se confunden, se acoplan, se disgregan,se aletargan, fallecen, se reintegran,/se distienden, se enarcan, se menean,se retuercen, se estiran, se caldean,/se estrangulan, se aprietan se estremecen,se tantean, se juntan, desfallecen,/se repelen, se enervan, se apetecen,se acometen, se enlazan,
se entrechocan,/se agazapan, se apresan, se dislocan,se perforan, se incrustan,
se acribillan,/se remachan, se injertan, se atornillan,se desmayan, reviven, resplandecen,/se contemplan, se inflaman, se enloquecen,se derriten, se sueldan,
se calcinan,/se desgarran, se muerden, se asesinan,resucitan, se buscan,
se refriegan,/se rehuyen, se evaden, y se entregan.”

agosto 10, 2008

Nosotros las hormigas

Estas últimas semanas, nuevamente he tenido una parte de la cabeza fracturada. Ahora más que nunca, me siento bastante torpe para razonar o negociar con alguien sobre ciertos temas. No parece que pueda encontrar motivo suficiente para decir sí estoy de acuerdo.

Me pregunto acerca de los "requerimientos" (por llamarlos de alguna forma) para mantener un vínculo, para justificar cuanta cosa sucede, para pasar por alto los vaivenes de la volatilidad de nosotras las personas, para no renunciar a la familia, al amigo, a la relación, cuando finalmente con la suma de los años pareciera que lo predominante es el desgaste de la bolsa de viajero, como el odre mullido de todas las campañas devoradas. ¿Dónde está todo lo bueno que ha quedado?

Quisiera saber qué motiva el no dejarse morir en el intento, no salir huyendo, no decir hasta aquí basta. Me encantaría comprender mejor lo que nos provoca esos sentimientos de afecto entrañable que se meten por las articulaciones. El aprender como dar/recibir/tomar/entregar sin sentir por ocasiones (a veces las de más), que es una forma de extracción como mina de carbón o de hierro abierta a través de los ojos. Solamente dar y dejar ir.

No voy a entrar a hablar sobre daños o resarcimientos, ese tema es nota para un análisis en otro sillón. Sino solamente de esa cotidianidad que nos hace justificar lo injustificable, transformando lo que no debe ser normal en normalidad. Aquella la cual nos lleva a disculpar algo que a simple vista con ninguna persona podrías hacerlo, o la que empuja a atenuar las violentas circunstancias volviéndose en permitidas, marcándose así la vida en un halar y soltar de hilos, recargando quizá no al más fuerte sino al más resistente, a veces sin opción.

¿Cuáles son los códigos? ¿Dónde están? Necesito leer los libros que van indicando las rutas de este tipo de memoria. No puedo compartir que la genética o el vínculo de sangre sean suficientes para considerar una familia, a algún "relative" - pariente, o amigo a algún transeúnte de vida, por más buena persona.

Quiero vivir en el intento y así compartir la cuchara, el plato, la discusión, el tacto, la voz, la ruina desde la distancia o la cercanía, el temor, la incertidumbre, el andar pesado, el equipaje ligero, el temor a la noche o el placer por el turrón, mi gente nueva, también la muerta. En fin, construir es necesario para cualquier relación.

No espero perecer en el medio de la asunción de que no es obligatorio siquiera "trabajarse un poquito" la vida, porque los vínculos del ADN son transparentes, suficiente con el útero, la ubre, los linajes, la educación en sí mismos. No quiero que la tiranía o la autocracia de las relaciones me arrastre. Me urge entender, quiero hacerlo, para que lo aún remanente siga vivo.

agosto 08, 2008

Por las noches

No enciendo candelas a santos, a dioses por algún tipo de devoción. Por lo tanto, tampoco enciendo velas contra o a favor de “vibras”, o entorno a la armonía de alguna parte de la naturaleza o por solamente invocar al sol.

No hago diferencia, si son de algún lugar sagrado o solo son simple parafina, cera o sebo coloreado. No tengo la más remota idea si las que tengo en mis manos son de carácter mágico o portadoras de alguna noticia que no necesito saber.

Las velas quizá solo sean una mecha cualquiera que "prensada" en un pedazo de combustible enciende por lo alto en busca de otro lugar, será quizá la forma de encontrar calor aquellos días donde solo está el espacio, el aire cargado de oxígeno y yo.

Es la llama flotadora de la provocación, el lumen en el espacio oscuro de la habitación que se mueve revoltoso e insurrecto llamando a un punto de atención. Son el faro al voltear la cabeza hacia el abierto de la noche, unos ojos por lumen cuando no encuentro ás en el mar de personas, son la bandera en el asta más alta recordando lo difícil que es apagar la voluntad personal.

agosto 06, 2008

En el natalicio

¿Qué habrá sentido tu madre la primera vez que te encontró en persona? ¿Qué habrá querido decir tu padre cuando te conoció después de salir por algún lugar de aquello llamado útero? ¿Los conociste? ¿Tienes padre? porque si bien no lo tienes, estoy segura de que contarás en tu historia con madre, quien no puede negarse que todos tuvimos al menos por un lapso de 9 meses.
Cada vez que festejas el cumpleaños, ya fuese solo, con otros compinches, quizá con tu pareja, que se yo, hasta con algún percance, has pensado: ¿Festejará mi madre que nací? ¿Necesito saberlo? ¿Requerimos recordarlo?

¿A qué hora fuiste expulsado del espacio con clima controlado y cero inflación? ¿Cuáles son las primeras palabras que recordás después de los años?¿Te gusta como naciste?¿Querés volver a nacer y donde?

Más allá de la bebida, la torta, con mala suerte hasta la canción o el himno al festejado que en todos los idiomas hay (no podemos negarlo), los regalos (que disminuyen o aumentan por temporadas), las llamadas, los más frecuentes correos electrónicos (que acortan en casos las distancias transoceánicas, pero en otras nos "quitan" la responsabilidad de llamar o de contactar a alguien, bien tomar más minutos del día y decir hola), en fin después del universo del festejado, ¿Qué haces al recordar ese día más de cumplir otro período del ciclo de estar vivo? ¿Qué sientes? ¿Qué les has dicho a esas personas que te han acompañado estos días, estas semanas, casi tu vida? ¿Qué piensas cada vez que miras una arruga extra en la boca, las bolsas bajo los ojos, las manos algo manchadas, el cabello ralo?

He de confesar que soy alérgica a la celebración en tumultos. Me gustan esas relaciones casi exclusivas, a veces solo como el pretexto de encontrarnos todos o algunos entre juntos y dispares, entre cercanos y enemigos, quizá ese momento donde se cruza la noche con el día, se notan menos las arrugas (de la ropa), no hay prisas, hay algún tiempo sin planificar.
Yo no se la fórmula para estas fechas, si transformarse en caracol, ermitaño, payaso, relacionista social; lo que se, es que de vez en cuando, casi esporádicamente, caigo en la cuenta de que ya pasó otro ciclo entre fortuna y flacura de los tiempos, entre los retortijones de ser mujer y la delicia de eso, entre encontrar gente nueva y dejar de encontrar a otros. Bueno, mejor dejo la charla de hoy hasta aquí, debo ir por una torta de cumple, unas velas y otras cosas, mi madre festeja su natalicio, mi hermana está esperando. Entonces hasta luego, hasta la siguiente vez que nos encontremos.

julio 30, 2008

El árbol de la vida

Por ocasiones me saltan las ganas de ser conquistadora, de ponerme al hombro el lazo del héroe y volverme un Gulliver, ser grande y gigante, vestirme de aventura y de paisana de algún otro lugar. Quizá ser el guión de una historia de pantalla -no exijo estar en cartelera de cine o ser película de una cinemateca, me conformo con una aventura corta a blanco y negro-

Hay momentos en los que sería el fracasado no moribundo de un cuento sin acabar, el viajante de un boleto sin retorno; o la música sin pauta anotada. El guiño del ojo del mago en su acto final, la nube puntual en el calor del desierto Australiano.

Realmente me brotan las ganas de ser otra persona; no de buscar en mi bolsa de múltiples personalidades, sino al contrario de ser quien escribe y habla pero solamente tomar un boleto a otro país, con el pretexto de que las alas pesan y ya es tiempo de volar.

Sucede que a veces lo que nace dura más de unas horas, o un día completo, entonces me doy a la tarea de ir a buscar “el nuevo mundo”.

Es así como el traje que uso dura días y ese nueva persona que soy (siempre la misma) ve con otros ojos, respira con pulmones más grandes, se “monta” en los aires de esa ciudad, y encuentro detalles y mimos que no tendría en casa.

Construyo conversaciones que serían inimaginables en mi hogar país. Me doy lujos, que serían algo onerosos en mi hogar país. Es más, hasta mi casa de viaje es diferente a mi hogar país.

Lo que pasa, es que construimos bajo diferentes códigos, quizá nos hacemos mejores escuchas afuera por lo dispuesto a la aventura de la orden del día, o a fuerza de mirar con mejor ojo a la lánguida tristeza. (que va con nosotros también, como otros más.) Podría ser que ya no somos los mismos y hasta ese momento nos damos cuenta, que se yo…

Lo definitivo, lo que me sucede, consiste en que a veces me gusta jugar a ser otra persona, pero cuando regreso a mi país, extrañamente ya no soy la misma aunque lo pretenda, dándome cuenta de ello hasta con el pasar los días, con lo cual me ha quedado un pedacito del traje que salí a probar o el olor de los aires de otros nuevos mundos.